Trazo un gran círculo alrededor de mi domicilio. Por el camino me cruzo con una docena de personas, entre corredores, paseantes y madres con niños pequeños. Hace una tarde deliciosa, con temperatura fresca y el sol que va y viene entre nubes altas. La sensación del aire en el rostro mientras uno camina con paso alegre es deliciosa.

El bosquecillo de robles al final del bulevar del Emperador
Observo que es tiempo de glicinias en flor. Cuántas veces las he fotografiado. Los ejemplares grandes y añosos están desapareciendo. Apenas quedan algunos brotes aquí y allá. Es hermosa también la contemplación de los grandes horizontes. Veo nuestras dos grandes montañas, al sur y al oeste, ligeramente ocultas por una neblina y con grandes masas nubosas sobre sus cumbres. El filósofo francés Alain dijo que reposar la vista en los amplios horizontes es de gran ayuda para aligerar el espíritu.
Tras visitar la farmacia no puedo resistir la tentación y me acerco con el coche hasta la orilla del mar. En esta parte el cielo está despejado y azul, hay bajamar y la superficie del mar está tranquila. La playa, que es la joya de la corona y siempre está reluciente y rastrillada, aparece con restos de vegetación que ha traído la marea. En el bulevar se ven algunos paseantes y corredores.
ALGO NO FUNCIONA. Que España acumule la quinta parte de los fallecidos por coronavirus en todo el mundo… No sé cuál será la causa pero no cabe duda de que algo hemos hecho mal o hay algo en nuestro modo de vida que no funciona.
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“El machismo mata más que el coronavirus”, decían las pancartas del 8M. El feminismo debería replantearse algunas cosas y hacer un poco de autocrítica.
PARO. Los datos del paro del mes de marzo que se publicaron ayer, son espeluznantes: 834.000 desempleados más, record histórico. Y habría que añadir los de afectados por los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
Media docena de chopos que resistieron a la urbanización
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