martes, 5 de mayo de 2009

Port Aventura o las minas del rey Salomón

Fotos desaparecidas. Disculpen la molestia.

Este si que es un negocio bien montado. No comprendo cómo no hay uno de estos en cada provincia o, por lo menos, en cada comunidad autónoma. Te cobran una pasta por entrar, otra por aparcar el coche -que en algún lado lo tienes que dejar- y otras, sucesivas, según les va dando en cada momento. Si al final sacas la cuenta lo mismo te da para irte de vacaciones al Caribe.


Como una ya está mayor para emociones fuertes, padece de vértigo (entre otras afecciones) y, además, tiene una lamentable tendencia a aburrirse cuando se ve inmerso en grandes concentraciones humanas, pues lo lleva claro en un lugar como éste. Pero, en fin, uno ya ha decidido que va a pasar por donde haga falta, todo sea por los niños que disfrutan como cosacos.


Así pues, al margen de ponerse a hacer fotos, sólo cabe una alternativa para pasar el rato: la contemplación pura y dura. Y ahí es donde uno cae en éxtasis. Es cuestión de buscarse un asiento a la sombra y verlos pasar.

El mundo, visto desde aquí, es como el patio de un colegio durante la hora del recreo. Sin duda, esto ha sido pensado para los niños y los adolescentes (que lo inundan todo con su poder adquisitivo), pero también para los jóvenes e, incluso, por qué no, para los adultos (en especial para los que no tienen hipertensión).


Y los veo pasar, en grupos, en parejas, agrupados en familias, algunos tirando de cochecitos de bebés, o de criaturas de corta edad, con una moral a prueba de calor, de cansancio, de multitudes. Ligeritos de ropa, una pizca estrafalarios, hincándole el diente a un bocadillo, a un trozo de pizza, o pasando la lengua por un par de bolas de helado. Contentos, disfrutando, alborozados, excitados, estudiando los planos del lugar con una atención conmovedora.

Yo me voy animando a medida que transcurre el día y veo aproximarse la hora del cierre. Me monto en un par de atracciones de esas que dan muchas vueltas. Tengo que cerrar los ojos porque la cabeza se me va y, cuando piso tierra, no sé muy bien dónde estoy ni por donde queda el camino. Pero no hay problema, la niña lleva su mapa y nos dirige.


Cómo tiene que estar la cosa para que hayan instalado por doquier carteles como éste. En cuanto les dejas de la mano y aprieta un poco el calor se te despelotan vivos.


A esta ahorcada no le dí tiempo a pasarse la soga por el cuello.

Después de tres horas en el parque decido subirme en una atracción denominada Los Potrillos, que viene a ser como un tiovivo más desenfadado, con la intención de acompañar a mi hijo pequeño, que aún no da la talla para subir solo. Nos ponemos en la cola y, cuando llega nuestra montura, se estropea el mecanismo y se suspende la función. Menudo presagio.


Una vueltecita en barco me permite tirar fotos sobre algunas vistas del cartón-piedra que configuran el parque. Para embarcar ha habido que esperar un cuarto de hora y luego renegociar la vuelta completa porque el asunto consistía en dejarte a mitad de camino.


Un espectáculo de pompas de jabón, adobado con una estética china. Hubiera estado bien de haber podido ver en acción al titular. Puede que el sustituto, en las imágenes, tuviera un mal día. Esta es una de las pocas pompas grandes que le salieron.

5 comentarios:

  1. No conozco Port Aventura. Sí Terra Mítica y el parque de la Warner, pero imagino que los tres serán parecidos. Éstos sólo los he recorrido en obras porque trabajaba en ellos, y después nadie me dió un pase para verlos en funcionamiento, cosa que en el fondo les agradezco. Como ves sí pensaron en ganar pasta con este tipo de atracciones en otros lugares.

    Terra Mítica se encuentra en un lugar con buenas vistas, que los promotores creo que supieron aprovechar con acierto. Los bancales plantados de olivos y los templos adquieren allí, a pesar de la endeblez del cartón-piedra, un empaque inopinado. La Warner se levantó sobre una antigua cantera de yeso situada al sureste de Madrid, lo que significa que, de partida el proyecto es un error, salvo que uno venga ya acostumbrado al sol ardiente del desierto.

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  2. Pues no estaba yo enterado de la existencia de todos estos lugares, Glo, pero nada me extraña su existencia, visto el éxito que tienen, al menos este de Salou. La pena que tengo es no haber podido disfrutar del parque acuático, que todavía estaba cerrado. Ahí si que me hubiera mojado a gusto.

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  3. Yo tampoco conozco este lugar y, si puedo evitarlo, no iré jamás. Ni a éste ni similares. Ya es muy tarde para mí aunque, ahora que lo considero, creo que tampoco hubiera ido hace años, ni con infantes ni sin ellos. Me aburren estos sitios.

    De todas formas, he disfrutado con la crónica.

    (Sigo bajando...)

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  4. Mertxe

    jajá, eso pensaba yo también antes de los niños...

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  5. Hola Jose Luis:

    Ya he visto que te dio tiempo a recorrer todo Port Aventura y descubrir todas las atracciones y espectáculos que hay. En http://www.trivago.es/vila-seca-103796/parque-de-atracciones/portaventura-12866 compartí mi experiencia con los usuarios de trivago para cuando quieran planificar sus viajes. Un saludo

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