
El agua se condensa en una fina bruma, la vegetación verde oscura parece agitarse rezumante y vaporosa.

Villa balneario de Cambo les Bains, junto al Nive –afluente del Adour-, una mañana apagada y con sirimiri. Parques y jardines, casas anchas y mansiones, hermosos árboles de gran porte, bosquecillos junto al río.

Sin duda hay mucho que ver, pero, como de costumbre, hay poco tiempo. La mansión del poeta, está cerrada al mediodía.

En lo alto hay concurridos restaurantes, un mercado ambulante, una iglesia con estelas vascas a su alrededor, miradores con vistas sobre el Nive, que desciende merodeando entre una escolta de árboles frondosos.
Conozco la comarca. Es preciosa. Ahora mismo, contemplando esta serie de fotografías, casi puedo sentir los olores que trae el aire, la humedad en la cara, aquel bienestar...
ResponderEliminarEstupendas fotos.
Gracias, Mertxe. Estamos de acuerdo en el encanto de este paisaje, tanto el interior como la costa. En cualquier caso, hay que incidir en lo que se tiene más a mano, ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo.