Un cartel en la entrada –en euskera y castellano- lo deja bien claro: “Se ruega apagar los móviles en el interior del templo". Cuando, a media tarde, me siento un rato en un banco de la catedral, empieza a sonar un teléfono detrás de mí. Lo atiende una voz de mujer madura. Intercambia tres o cuatro frases “rituales” con su interlocutor y cuelga. Cuando me doy la vuelta para irme advierto que se trata de dos mujeres… ¡que están rezando un rosario!
Ese gesto agresivo e idiota de “disparar una pistola” cuando se gana algo en una competición: el fútbol, el ciclismo… También practicado por algunos políticos cuando quieren hacerse los simpáticos. No recuerdo haberlo visto nunca en una mujer. ¿Agresividad infantil de los jóvenes, y no tan jóvenes, varones?
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