La publicidad es imprescindible para la supervivencia del terrorismo. Sin publicidad el terrorismo tiene los días contados. Sin embargo, al margen de los bienintencionados editoriales, no parece que los medios de comunicación asuman su obligación moral de combatir el terrorismo. Bien al contrario, todos esos desorbitados despliegues informativos que podemos ver cuando se produce un atentado, no hacen sino favorecerlo.
El periódico local –un ejemplo entre muchos- le dedica a los últimos asesinatos toda la portada (incluída una gran foto en color) y trece páginas interiores, además del consabido editorial. Otro tanto cabría decir de radios y televisiones. Estas últimas acostumbran a repetir hasta la naúsea las imágenes más impactantes, sin consideración alguna hacia las víctimas y sus familias. Ni el menor atisbo de reflexión, ni el menor indicio de autocrítica. Todos se escudan en el manoseado e hipócrita derecho a la información.
Los terroristas conocen a la perfección estas circunstancias y por ello aprovechan los periodos de sequía informativa (verano, navidades, “puentes”, etc) para perpetrar sus atentados.