
Desde hace un par de días nos visita el primer frente polar de la temporada otoño/invierno. Llueve, hace frío, la humedad es muy alta y las nubes se personan en nuestros tejados al menor descuido. A ratos, el cielo se aleja unos metros y deja pasar un poco más de luz, lo que siempre es un alivio. A ratos, graniza.
El frente trae agitadas a las gaviotas, que se refugian en la playa y en la isla de los pájaros, situada en la bahía de Chingudi. Los cormoranes aprovechan par pescar en las cercanías en lugar de adentrarse en el río. Hasta los cuervos bajan a la playa para abastecerse.
Los paseantes, por su parte, y salvo los muy impenitentes, se quedan en sus casas, lo que siempre le da un tono melancólico a mis trayectos matutinos. Hasta las corredoras que amenizan mis mañanas con sus trotes desaparecen de la escena.
El perrillo y yo, en cualquier caso, no faltamos a la cita, salvo que caigan chuzos de punta. Hoy ha sido el primer día que he sacado la cámara y no he disparado si una sola foto.
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