Fotos desaparecidas. Disculpen la molestia.
El museo ha sido instalado en dos mansiones nobles del XVI. La Casa Miranda, renacentista, y la Casa de Iñigo Angulo. El patio es el elemento más importante y distribuye todas las dependencias. Tiene planta rectangular y doble galería articulada con 18 columnas. La galería superior, de menor altura, está decorada con bajorrelieves de bustos, figuras humanas, amorcillos, bichas y los correspondientes escudos nobiliarios. Dejo para otro día la sección de Arqueología y me concentro en la de Bellas Artes.
He tomado las imágenes con una cámara telefónica y a modo de notas, pues no llevaba encima ni un bolígrafo. Su calidad deja bastante que desear. Para más detalles remito a internet.
No he recogido nada de los siglos VIII al X, el periodo postvisigótico o condal, más por falta de reflejos que por falta de interés. Tampoco fotografié -había poca luz además- el frontal o urna de Santo Domingo de Silos, una joya de la orfebrería románica europea, confeccionada a principios del siglo XII en el monasterio del mismo nombre.
Lo que puede verse a continuación es una selección de las piezas que, por una razón u otra, más me han interesado, partiendo de la base de que la temática religiosa no es mi predilecta. Sin embargo, en mi opinión un buen artista lo es al margen de su temática.
En Burgos pueden verse obras de grandes escultores -sobre todo en la Catedral- pero esta no desmerece. Se trata del sepulcro en alabastro de Don Juan de Padilla, paje de Isabel la Católica que murió en la guerra de Granada en 1491. La figura del orante, enmarcada en un arco de medio punto, está ejecutada con virtuosismo y calidad en los detalles. La decoración alterna tracerías tardogóticas con elementos renacentistas. El conjunto está considerado como una de las obras maestras de Gil de Siloe, a finales del XV.
Hay dos temples sobre tablas dedicados al martirio de San Lorenzo. Han sido atribuídas al Maestro de Budapest, activo en Burgos hacia la segunda mitad del XV. La escena, de gran minuciosidad, es de un sadismo impresionante. No falta, a la derecha, el hombrecillo que alimenta el fuego con un fuelle.
Este Cristo, de la Escuela Castellana, tiene una factura elegante y delicada. La ausencia de la cruz -que tal vez se ha perdido- le presta un curioso aire simple y extraño. Data del siglo XIV.
No dispongo de datos sobre esta Virgen con Niño, policromada, pero me parece una talla tan estilizada como encantadora.
Creo, aunque no estoy seguro, que estas figuras pertenecen al sepulcro de alabastro de Dña. María Manuel, madre del obispo Acuña. El arca, de piedra caliza, está profusamente decorada en sus cuatro caras. Se atribuye a Simón de Colonia o a su taller en torno a los siglos XV-XVI.
Merece la pena detenerse en la sala dedicada a la numismática y a las monedas fabricadas en la Ceca de Burgos. Son piezas medievales y modernas que está acompañadas por alhajas y vajilla de plata. En su mayor parte han sido halladas en tesorillos de la ciudad y su provincia.
El Ecce Homo de la imagen, también llamado el Cristo de las lágrimas, fue pintado por el holandés Jan Mostaert. Es una pequeña tabla con una figura de una humanidad impresionante.
Otra Virgen con Niño de finales del XV. En piedra caliza policromada representa a Santa María la Mayor. La Virgen aparece representada como una joven princesa entronizada y ricamente vestida. La figura es muy estilizada y la melancólica expresión de su rostro contrasta con la cara risuela del niño. De estilo muy flamenco ha sido atribuida a Gil de Siloe.
Tampoco puedo ofrecer más detalles sobre esta pieza pero, al margen de la curiosidad del pedestal, la obra es de gran belleza.
Otra curiosidad son estas figuras, probablemente ejecutadas por el escultor Gregorio Vigarny Pardo, hijo del célebre Felipe Vigarny, que presentan toda su superficie dorada.
Otra pieza que no puedo identificar pero de gran belleza.
Esta pequeña obra, ejecutada en porcelana hacia mediados del XVI, forma parte de un calvario. Tiene un aire naif y una delicadeza de ejecución que son una delicia.
Gran retrato, aunque no se aprecie bien en la foto, de fray Alonso de San Vitores, realizado por Juan Rizi, otro fraile, en 1659. Al margen de su calidad artística debe destacarse el buen estudio psicológico y el paisaje que aparece en la ventana, que recoge una vista de Burgos, con su castillo y su catedral.
Sobre estas líneas, otra pintura del mismo siglo, San Pedro bautizando a una mujer de la aristocracia, catalogado como Escuela Boloñesa, una obra de gran equilibrio y finura.
En estas últimas obras se alejan de la temática religiosa y se centran en el paisaje y en los retratos. Pertenecen a los siglos XIX y principios del XX. Algunas, como aquí abajo, se caracterizan por su realismo y otras bordean ya el impresionismo. Todas ellas son de autores burgaleses como en general todas las expuestas en el museo.
Página web no oficial del museo




















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