lunes, 24 de diciembre de 2012

Escribir con imágenes

Me estoy dejando llevar últimamente por el Facebook y tengo el blog medio abandonado. El caso es que no escribo mucho las últimas semanas y, por el contrario, tras la pausa del verano, he retomado con ganas la fotografía.

El Facebook tira mucho porque es un medio pensado para la imagen y también porque permite respuestas rápidas, lo que siempre resulta agradable para el ego y la vanidad.

Etimológicamente la fotografía es otra forma de escribir, escribir con imágenes, aunque no es lo mismo, claro. Soy consciente de que la gente que sigue este blog prefiere la escritura tradicional, pero también quiero darles una oportunidad a mis fotos, pues al fin son otra forma de expresión.

Puede que sea un tópico el decirlo, pero la fotografía, como la pintura, también se lee y, en consecuencia, la mirada sobre ella, para resultar efectiva, debe tener una cierta duración. Claro que esto mismo puede decirse para la vida en general. La mirada superficial sirve de poco porque, a la postre, todo está en los detalles.

Así que  voy a  incluir aquí mis fotos aunque sea agrupándolas de forma arbitraria o caprichosa.

Esta imagen parece extraída de un spot publicitario. La fotografía callejera tiene mucho de azarosa, lo que es uno de sus encantos, al menos para el que maneja la cámara. Los madrileños, si es que hay alguno por ahí, reconocerán estos arbolitos navideños.
A esta imagen la he titulado Luna metropolitana, porque está tomada en el centro de Madrid, pero sacada de su contexto, como ocurre con toda fotografía, parece muy rural.
Siempre me han intrigado y deleitado los reflejos, sobre todo cuando tengo una cámara en la mano. La imagen se titula Asafalto, y no es otra cosa que el reflejo de un cartel luminoso sobre la carretera, con su tapa de alcantarilla, o lo que sea, incluida.

Para los reflejos y las luces no hay nada mejor que la lluvia, los charcos y los suelos mojados.
Esta curiosa veleta, tan taurófila, cumple su trabajo en Hendaya, en una casa junto a la bahía y abierta a todos los vientos, por lo que habitualmente tiene muchos trabajo.
Los árboles para mí son un tema habitual. En contra de las apariencias no son nada fáciles. Tras haberme hartado de los colores otoñales llega ahora el turno de las ramas y de la parte leñosa de estos seres impasibles y resignados que tanto me gustan.


Los robles, junto a las moreras, son los últimos en perder toda sus hojas. Este hermoso ejemplar está situado junto al apeadero de Hendaya, al lado del puente sobre el ferrocarril. Por detrás, al otro lado de la carretera, hay varios ejemplares hermanos que forman un grupo muy apreciable.


2 comentarios:

  1. Es cierto lo de que hace falta un tiempo, primero para notar todo lo que hay en una imagen, y después para considerar, retener, estudiar, asociar... Por eso las retrospectivas de pintura y sus maravillosos catálogos, son lujos verdaderos de nuestro tiempo.

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  2. Si, es verdad, la mirada requiere educación, aunque tal vez lo podamos llamar entrenamiento. Me parece que el terreno artístico es ideal para esta práctica, pero me da la impresión de que no es un tema que preocupe a nuestro sistema educativo. Al menos en mi época no interesaba.

    Yo no se muy bien en qué consiste el estructuralismo, pero yo aprendí mucho de esto leyendo a Roland Barthes, al menos sus libros más asequibles.

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