El gran carro triunfal de Maximiliano (detalle)
No hay duda de que para el aficionado una exposición de
grabados de Durero siempre tiene interés. Esta que se realiza en la Casa del
Cordón burgalesa, compuesta por más de un centenar de piezas, lo tiene y mucho.
En ella podemos ver algunas de las piezas clásicas de este artista
del Renacimiento alemán, como La melancolía, San Eustaquio o El caballero, la
muerte y el diablo. Apreciamos la gran calidad técnica de su trabajo, la
espléndida minuciosidad de su dibujo y la imaginación que derrocha en la
creación de sus monstruos particulares y en sus animales.
San Jerónimo en su estudio
Es notable el interés que muestra por la arquitectura y por lo arquitectónico en la composición de sus temas, tan propia del Renacimiento, así como el gran detallismo en cuanto a indumentarias, tocados, adornos, elementos decorativos y todo tipo de objetos.
Destacables son también los paisajes que cierran a modo de
marco sus composiciones: ciudades en la lejanía, palacios, iglesias, ruinas…
Durero era hijo de un orfebre húngaro. Nació en Nüremberg en
1471 y murió en esta ciudad alemana en 1528. En 1512 es nombrado pintor de
corte –con renta fija- por el emperador Maximiliano I. A la muerte de este
acude, en 1520, a la consagración de Carlos V en Aquisgrán.
En los Países Bajos conoce a Erasmo de Rotterdam y se entera
del arresto de Lutero, de cuya Reforma es un gran partidario.
Esta exposición se centra en la temática religiosa cristiana,
es decir, en episodios de la vida de Cristo y en algunas escenas extraídas del
Antiguo Testamento. En mi opinión resulta algo exhaustiva en este sentido pero,
como he señalado, el interés es alto.
Además de las copias en papel podemos ver también algunos
libros de la época ilustrados por el alemán.
Hasta el 8 de enero.



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