viernes, 15 de enero de 2016

El embalse de Alba en los Montes de Oca, Burgos

El embalse de Alba

Bonito paseo el de hoy, rodeando el embalse de Alba, situado en los burgaleses Montes de Oca.  El embalse, inaugurado en 1996, se abastece del río Oca, afluente del Ebro.

El coche se queda en la ermita de Nuestra Señora de Oca, situada a un par de kilómetros de Villafranca, importante localidad, junto a Belorado, del camino de Santiago burgalés. La ermita está situada en mitad de una zona de esparcimiento, junto a un campo de fútbol. Se percibe que es un lugar muy frecuentado.


Hace fresco estos últimos días del año y, sobre todo, sopla un ventarrón, pero hoy vengo bien preparado. El cielo está totalmente gris y las nubes corren a toda velocidad.

Entrada al desfiladero de la Hoz

Enseguida comienza el desfiladero de la Hoz, cuyo nombre debe proceder de la gran curva que describe. No es muy largo pero resulta impresionante por sus bellas paredes llenas de oquedades y, según dicen, de aves de diverso pelaje. El camino está en varios tramos excavado en la roca; hay que andar con cuidado para no resbalar. Al poco aparece el dique de la presa. Entonces se descubre que el pequeño río no es más que el aliviadero de la presa.

Aquí recibe al visitante un cartel prohibiendo el paso. Lo ignoro -después de pensarlo un rato porque uno trata de acomodarse a lo que ordene la autoridad- y continúo por unas largas escaleras que me aúpan hasta la orilla de la presa. Por la carretera de servicio asciendo un rato y luego vuelvo hasta la orilla. Todo está solitario. Me limito a seguir las marcas del sendero que me conducen hasta Alba, el pueblo abandonado que da nombre al embalse. Esperaba encontrar un puñado de casas en ruinas pero no queda nada, apenas unas pocas piedras recubiertas de maleza. El despoblamiento ya tiene más de medio siglo.

Ermita de Nuestra Señora de Oca, próxima a Villafranca

Tras un rato de merodeo  vuelvo al camino y me dirijo hacia un hayedo que contiene ejemplares vetustos junto a otros más jóvenes. En esta época el suelo es una alfombra rojiza y el camino, más que verlo hay que imaginarlo. Cuando abandono el hayedo continúo por sendas montañeras. A la izquierda, abajo, puede verse el embalse; a la derecha, los primeros pinares y bosques de la Demanda.

La ruta desciende hasta el mismo río Oca, que se atraviesa por un vado para volver a ascender hasta viejos caminos que conectan pueblos perdidos en estos montes. Atravieso un arroyo seco que se llama del Arroz Quemado, supongo que quemado hace siglos. Pese a la exposición al viento, es agradable caminar por estas tierras altas. El denominado castro de Somoro, que se asoma al embalse desde la altura parece una fortaleza natural más que un antiguo poblado celta. No puedo quedarme mucho a investigar porque en este punto el viento es disuasorio y da toda la sensación de que uno puede salir volando en cualquier momento. No parece un lugar muy adecuado para vivir pero, defensivamente, es inexpugnable.

El hayedo de Alba

En el camino de desenso se atraviesa un nuevo hayedo. Llegado a un cruce se retorna a la ermita. Hay un puentecillo muy curioso, junto a un pequeño lago o fuente que se llama de San Indalecio mártir. En el entorno de la ermita el viento se nota menos. Cuando me dispongo a comer algo, pegado a la pared del templo, asoma el sol. Qué más puede pedirse.



El río Oca, afluente del Ebro, casi en su nacedero

Como aun hay unas horas de luz por delante, aprovecho para visitar Villafranca y, once kilómetros después, Belorado, pueblos ambos volcados sobre el camino de Santiago. En Villafranca tomo un café en un bar muy concurrido junto a la carretera. En Belorado me paseo hasta la gran plaza Mayor, que tiene unos soportales porticados con mucho carácter.

Esquina de la plaza Mayor de Belorado

La visita es rápida porque la carretera de vuelta a Burgos, la nacional 120, abarrotada de camiones y con un trazado estrecho, es un peligro que mejor tomárselo con calma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario