HORROR FUTBOLERO. He salido por la tarde a dar un paseo por Irún y, a la
vuelta, me he metido un rato en el campo de fútbol, donde se disputaba un
partido de juveniles.
Hacía décadas que no entraba en este campo (ni en ningún
otro). Me he quedado alucinado de la saña y la prepotencia con la que algunos
espectadores insultaban al árbitro, que apenas era un chaval.
Como el partido
se disputaba en el campo pequeño el público estaba pegado al terreno de juego.
El árbitro me ha parecido un joven de mucho temple. Yo no hubiera sido capaz de
pasar junto a uno de estos energúmenos sin saltarle a la yugular.
Los propios
jugadores no le tenían el menor respeto. Si esto pasa en un partido de
juveniles no quiero imaginar lo que será un campo de primera división. Esta
falta de educación y de respeto es deprimente. El fair play nos resulta ajeno. Pero lo peor es cómo todo esto se
tolera y fomenta.
EL GRAN KUROSAWA. Empiezo a ver en el dvd El
desprecio, una película de Jean-Luc Godard protagonizada por Brigitte
Bardot. Si no estoy mal informado se trata de una obra clásica. Abandono a la
media hora.
Me resulta tan previsible como insufrible. Me pregunto cuántos
directores de gran prestigio, como Godard, son en realidad tigres de papel. Y
otro tanto para escritores, pintores, etc.
Vivimos en un mundo de nombres, de
marcas, de firmas. Debajo de ellas, demasiadas veces, no hay más que
publicidad, marketing, falso prestigio o ideología subvencionada e inoculada
por el poder.
De las películas
que he sacado de la biblioteca la mejor, con diferencia, es Dersú Uzala, de Akira Kurosawa. Trata
sobre la vida de un cazador solitario, nómada y animista, que vive en la taiga
rusa próxima a la frontera con China. El antagonista es un explorador militar
ruso. Una obra maestra. Esta sí.
(Diario, Feb. 15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario