domingo, 22 de enero de 2023

La desgana del petirrojo


El temporal concede una breve tregua, pero ¡qué frío hace! Evito las zonas ventosas. Tan sólo me asomo a la desembocadura del Bidasoa para contemplar las primeras nieves que cubren las Peñas de Aya. Llevo una bolsita en el bolsillo con las migas que he recolectado esta mañana. Las esparzo debajo de un árbol y, al instante aterrizan media docena de gorriones. Baja también un petirrojo, pero, frente a la alegre vivacidad de los gorriones, está como atontado y no parece gustarle el pan. En las aguas del puerto se ven flotar los restos del temporal. Cuando escucho la primera tronada, calculo que es la hora de regresar. Me vuelvo para contemplar la oscuridad que se cierne a mi espalda. Al pasar junto al parkin de La Florida, donde han acampado lo que aquí llaman las “gentes del viaje”, veo un perro encadenado junto a una de las caravanas. Es un viejo setter. Le hago unas caricias, pobrecillo, y él mueve sus cuartos traseros agradecido. En cuanto llego a mi vehículo empieza a granizar. Pienso en el perro a la intemperie.


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