En un país donde se llevan los coches a bendecir a la puerta de la iglesia, hay que andarse con pies de plomo a la hora de sacar a pasear ciertos objetos de consumo. Sobre todo cuando se consiguen con dinero público (Touriño y sus Audis).
Otro tanto para el yate de gran eslora en el que se ha paseado el señor Quintana, invitado por el empresario que recibió un contrato multimillonario para la adjudicación de la energía eólica (esa aberración paisajística) en Galicia.
Pero es que hay gente que no sabe contenerse (tal vez por la falta de costumbre) y luego pasa lo que pasa. Son errores de nuevo rico. Esto es difícil que le pase a un pijo de cuatro generaciones.
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(Latiguillo de moda:) 'Pues te voy a decir una cosa', si es verdad que estos caprichitos les han costado la poltrona a estos señores, mi fatalismo y mi acendrado asco remiten un poco. Que la sociedad se lo haya tenido en cuenta me reconcilia durante una rato con ella, casi que la invitaría a unos cacharros por ahí...
ResponderEliminarComo verás, Mertxe, yo me tomo estas cosas en el capítulo de "amenidades". No me creo absolutamente nada, como es natural, pero, como es lo que tenemos, me permito usarlo como tema. Para eso se pagan impuestos. Para permitirte algún que otro desahogo. Más bien pocos en esta parte del planeta.
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