lunes, 2 de marzo de 2009

Noche de estrellas


Una estrella declina, Ibarretxe, y otra emerge, López y señora. Porque López es un candidato con señora, al estilo de la pareja Obama. Quiero decir, señora visible.

Durante la intervención del candidato socialista, ribeteada por un coro de partidarios exultantes, se pudo ver a su lado a una mujer joven, toda sonrisas, toda gestos, toda saludos, en una palabra, henchida de satisfacción.

¿Y quién será esa mujer, tan estratégicamente situada? No podía ser otra que su legítima. Pero, hasta la mañana de hoy, que lo he mirado en internet, no he podido verificarlo.

En efecto, ha nacido una estrella, la esposa del candidato, Begoña Gil. Por algún lado tiene que empezar a notarse el cambio…

Ibarretxe, por su parte, me desconcertó. Han tenido que pasar unas horas para que se me aclare su intervención. Me chocó su efusividad. Hablaba como un gran lehendakari, el gran lehendakari que nunca ha sido. Es cierto que acababa de ganar las elecciones pero… acababa también de perder la presidencia.

Se notaba que hablaba con el corazón, hasta los cambios de idioma parecían perfectamente naturales. Y esos abrazos, esos besos al sector femenino. Estaba emocionado el hombre. Me pareció raro. Ahora lo veo más claro: no era la emoción de la victoria, sino la de la despedida.

Es más difícil saber ganar que saber perder. Los gestos, ay, los gestos.


1 comentario:

  1. Anda la gente con los ojitos brillantes... Anda la gente entre la zozobra de un suma y sigue y un cambio (¿cambio?) en plan agárrate como puedas. No sé, hoy estoy hecha un lío más liado que nunca. No me gusta el López, no me gusta el Basagoiti, no me gusta Ibarretxe... Mi desconfianza es tan abismal, mi fatalismo tan arraigado... (Lo dicho: de aquí a la eternidad.)

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