viernes, 24 de julio de 2009

Vespitas

Circulo tranquilamente con mi utilitario por una de las arterias principales de la villa cuando, sin pensárselo dos veces (ni una), me sale una vespita de una callejuela que pretende saltarse el stop. La conduce una damita de unas dieciseis primaveras. Cuando le recrimino gestualmente su actitud, la motorista comienza a increparme en la bella lengua de Céline y acelera rabiosa para adelantarme. Mientras ella realiza la maniobra aparece un vehículo de frente y la veloz mocosa está a punto de estrellarse. Todavía tiene cuajo la bienaventurada para sacarme el “dedo de honor”, que dicen los franceses.
   Quinientos metros adelante, cuando estoy en medio de una rotonda, otra vespita, conducida en esta ocasión por un esmirriado mozalbete, me obliga a frenar bruscamente porque el susodicho no ha respetado el ceda el paso. Le recrimino al doncel su inconsciencia (o su prepotencia, vete a saber) –esta vez con algo más que gestos, debo confesar-, detengo el vehículo para que pase y escucho los epítetos que me dedica la criatura mientras le mete gas a su ciclomotor. Con la otra mano me hace el “doigt d´honneur”. A continuación, y durante un buen rato, tengo pensamientos muy pesimistas.

Canción de cuna para el mutante. Fernando Castro Flórez. "...el mutante solitario... exponente del santoral neo-Barroco... el encanto frankenstiniano de Michael Jackson..."