domingo, 9 de diciembre de 2012

Gaviotas y temporales

Los temporales ponen muy nerviosas a las gaviotas, que se muestran inquietas y chillonas. Cuando la lluvia y el viento azotan, ellas se refugian en grupos muy nutridos tanto en la playa desierta como en la isla de los pájaros, en medio de la bahía de Chingudy.

En estos días, al atardecer, se cuelgan del cielo en grandes bandadas, armando un estrépito considerable. Allí permanecen un rato para desplazarse al buen tuntún y reaparecer momentos más tarde. Recuerdan a los movimientos medio siniestros y gregarios de los estorninos.

El vuelo de las gaviotas es veloz, quebrado y elegante, en especial el de las pequeñas reidoras de alas blancas con las puntas negras. Son maquinitas diseñadas para revolverse en el aire con agilidad pasmosa.

Salvo que se dispongan de medios muy sofisticados, fotografiar gaviotas en vuelo es difícil debido a la rapidez y agilidad de sus desplazamientos. Estas que aparecen con algún detalle en las imágenes se dedicaban a practicar, junto a la orilla del mar, extraños ejercicios de resistencia al viento, casi estáticas, ignoro si para pasar el rato o por alguna otra razón más práctica.

Las gaviotas de este rincón cantábrico, afortunadamente, mantienen las distancias y permanecen salvajes. En otros lugares, como las costas gallegas, pueden verse ejemplares de gran tamaño que parecen haber perdido el respeto a los humanos; penetran en las ciudades, se alimentan en los vertederos, invaden puertos y playas y se muestran tan descaradas como agresivas e impertinentes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario