No esperaba encontrar en estas sierras un lugar
con tanto encanto como el parque-mirador de Castroviejo, al que se accede por
una carretera de siete kilómetros próxima a Duruelo, en la comarca soriana de
Pinares.
Aunque en el valle ha salido el sol, en estas
alturas la niebla destila llovizna y hace frío, sobre todo cuando sopla el
viento. Es sábado y se ve gente desperdigada por diferentes lugares de la
Sierra de Urbión, donde nace el río Duero, sobre todo en la Laguna Negra.
El lugar está acondicionado con un cerramiento
de madera, dotado de unos accesos metálicos. Un pequeño grupo de vacas descansa
a la izquierda y, cuando entramos, una docena de cabras se dispone a
abandonarlo.
Este lugar fantástico es un berrocal, formado
por grandes roquedos redondeados, fruto de la acción de diversos elementos
erosivos. Las moles forman como calles con trazados caprichosos y laberínticos.
En las grietas surgen árboles y arbustos aislados, con formas retorcidas, que confieren al conjunto un aspecto
misterioso y delicado a la vez que me recuerdan a algunos jardines japoneses
pero en gran escala.
La agrupación de piedras termina abruptamente en
un mirador desde el que se contempla el valle por donde el río Duero da sus
primeros pasos, y una gran masa de pinos, entre la que se puede distinguir la
presencia de los núcleos urbanos de Covaleda y de Duruelo.
A escasa distancia se encuentra el lugar
denominado Cueva Serena –que no llego a visitar por falta de tiempo- donde hay
una cascada y que ha servido de escenario, junto a otros parajes vecinos, para
el rodaje de varias películas.
Desde aquí se accede también a varias rutas de
senderismo, como la que lleva al pico Urbión y a los nacederos del Duero, entre
otras.
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