Soy un lector inconstante de novela negra, pero,
con algunas excepciones, es casi el único tipo de novela que leo. Acabo de
descubrir a la alemana Gisa Klönne y su entrega Una noche sin sombras,
protagonizada por la inspectora Judith Krieger y su colega Manni Korzilins.
No alcanza el nivel de un Mankell o un Kerr,
pero no está nada mal, pese a algunas deficiencias en la traducción. El nivel
literario es alto, lo que no suele ser demasiado habitual en el género. Más que
una novela que se nutre de la personalidad de un personaje protagonista, que
también lo hace, se trata de una obra que indaga en la violencia que sufren las
mujeres a través de las agresiones de que son objeto dentro de las parejas, en la
prostitución y en la trata de blancas.
Los datos que sobre estos temas nos ofrece la
autora son escalofriantes y se resumen en el siguiente: una de cuatro mujeres
alemanas es objeto a lo largo de su vida de agresiones sexuales o de malos
tratos en el ámbito de sus relaciones afectivas.
Se plantea y se debate aquí, bajo varios puntos de vista, la
cuestión de la pornografía, de la industria del sexo, de las mafias que
trafican con jóvenes y del desprecio hacia las mujeres en la sociedad
contemporánea de un país desarrollado como Alemania. Hay un sutil equilibrio entre la acción y el debate que está bastante logrado.
Aparece también un subtema muy interesante: el del pueblo
sami o lapón y el del archipiélago Solovetski, que nos remite al horror estalinista.
Procede de una de las protagonistas, médico forense, perteneciente a la etnia
sami o lapona.
Los samis –se calcula que hay unos 80.000- viven
en el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y en la península rusa de Kola. Han
sido tradicionalmente cazadores, pescadores y criadores de reno, amén de
nómadas. En origen eran animistas y chamanistas pero luego fueron convertidos
al cristianismo luterano.
Los antepasados de la forense procedían del
archipiélago Solovetski, situado en el Mar Blanco, en la costa noroeste de
Rusia. Este lugar es el archipiélago Gulag de Solzhenitsin. Entre 1923 y 1939 se calcula que unos 80.000
prisioneros pasaron por este campo de trabajos forzados, a escasos kilómetros
del Océano Glacial Artico. La mitad de ellos murieron o fueron ejecutados.
Los videos corresponden a Patti Smith, My Brightest Diamond, Laura Veirs y KT Tunstall, por este orden, grupos musicales que se citan en el libro.
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