lunes, 4 de enero de 2016

Patas ariba

La cosa de la política está patas arriba. Empieza a parecerse al clima, con mimosas floreciendo en diciembre y aves migrando al sur al final del año.

El profesor chavista Pablo Iglesias, revestido de su habitual camisa populista, ha hecho un llamamiento a la “sensatez del PSOE”. Después de su proclama de la noche electoral, un prodigio de concisión y sinceridad totalmente inhabituales en este país -y que no ha sido debidamente calibrado por los medios adormecidos por el letargo navideño-, el profesor enarbola ahora la sensatez como bandera política. Cuántas sorpresas puede darnos todavía este hombre, aupado hacia el poder por la “generación más preparada de la Historia.”

Al señor Mas le mean encima los alegres camaradas de la CUP y dice que llueve. Para mí que oculta algo. Y grave. Montoro debería mirarlo.

El presidente en funciones Rajoy, por su parte, ha sido pillado en una fiesta de Nochevieja bailando, pero no bailando una pachangada cualquiera, sino bailando una de Raphael. Y luego dice que su alma es reformista. Esa alma que ha mantenido perezosamente escondida en su almario durante cuatro años de mayoría absoluta.

¿Y Sánchez? Pobre Sánchez, tan chulito y desafiante en su pelea barriobajera con Mariano, se ve ahora acometido por los discretos pero inexorables caderazos de la sultana andaluza, dispuesta a abandonar la taifa para guiar con su mano maternal el califato.

Al final, sólo nos queda Urkullu, quién lo diría hace unos pocos años, aferrado a la consigna ignaciana de no hacer mudanza en tiempos de crisis. Porque de Ribera, el deshojador de margaritas, no se sabe nada.

Con lo que nos ha costado llegar hasta aquí y en día y medio se pone todo patas arriba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario