miércoles, 11 de junio de 2025

El bucle fatídico


José Carlos Llop se lamenta, en este artículo en The Objective, de que cada semana sufrimos un estreno mediático relacionado con la política. Y no parece –añade– que vayamos a salir del fatídico bucle.

Pero esto no es nuevo, ya lo vivimos durante los últimos años del felipismo. Recuérdense las portadas que El Mundo le dedicó a la corrupción socialista, a los GAL y a los fondos reservados.

La diferencia está en que entonces se intuía que –por falta de apoyos (la famosa pinza PP-IU)-- el felipismo terminaría cayendo.

Ahora seguimos con los estrenos cotidianos, con la corrupción –tanto económica como, aún peor, política– de la nueva fórmula del socialismo español, el sanchismo. Siempre el socialismo español de la mano de algún caudillo.

Pero la esperanza de que el sanchismo termine es muy remota. Por varias razones:

1 Porque goza del apoyo incondicional de los nacionalistas (sobrerrepresentados en el Congreso debido a una ley electoral nefasta), en particular del nacionalismo vasco, temeroso de perder las poltronas de Ajuria Enea sin el apoyo del sanchismo.

2 Por la ineptitud del PP de Feijoo, incapaz no sólo de oponerse eficazmente a Sánchez sino también de alcanzar la imprescindible unidad de acción de la derecha.

3 Por la inexistencia de una izquierda decente y crítica más allá del PSOE. Tanto Sumar como Podemos sólo aspiran a mantener los cargos públicos y, además, están contaminados hasta el tuétano por los nacionalistas.

En vista de semejante panorama sólo cabría que la judicatura cumpliera su papel en el esquema de la democrática separación de poderes. Pero esto, con la cúspide de los organigramas judiciales vendida al sanchismo (fiscal general y presidente del Constitucional principalmente) no deja de ser una ensoñación, por muy honestos y entregados que sean la mayoría de los jueces.

Un bucle fatídico al que no se le ve salida, ni siquiera con un imprevisible vuelco electoral. Ya se produjo ese vuelco con Rajoy y no sirvió para nada, porque el PP no hizo los deberes y aprovechó su mayoría absoluta para corregir la situación.


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