Los
temporales arrojan todo tipo de ramas y de vegetación al río. El río las acerca
hasta su desembocadura y terminan arrambladas en la playa, en las orillas del
cauce o en la propia bahía. Junto a estos elementos naturales la corriente trae
todo tipo de plásticos y de desechos que la ignorancia humanas, cuando no la
prepotencia, vierten en el agua. A veces, como en este caso, los árboles
enfermos o viejos terminan flotando a la deriva y varados en los fangos.
Cormoranes, gaviotas y patos hacen de ellos descansaderos improvisados.
El árbol varado.
En las
marismas del Bidasoa estas viejas chalupas se usan -cada vez menos- para
desplazarse entre las islas durante las pleamares. Unos palos clavados junto a
la orilla sirven para amarrarlas.
Viejas chalupas.


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