Un imbécil
(aunque no descarto que se trate de una "imbécila") lleva una
semana llamando por teléfono a todas horas a mi casa, aunque, eso sí, en
horario laborable. Descuelgo, el tipo permanece en silencio y cuelga. Llama
desde un número oculto.
En cuestión
de imbéciles no se puede descartar nada, pero me malicio que este cretino se
está vengando de mi estrategia para combatir el spam telefónico, actividad en
boga que considero una intromisión en la intimidad por parte de extraños y, en consecuencia,
digna de ser combatida por todos los medios a mi alcance, que son pocos, mal
que me pese.
Parto de la
base de que nadie tiene derecho a llamar a mi casa –territorio inalienable, al
menos por el momento- para venderme nada. Pero como las prepotentes empresas de
telefonía hacen públicos nuestros números y nuestros domicilios sin nuestra
autorización y como, además, ninguna autoridad legal pone remedio a este
allanamiento de la intimidad, no queda otra, si quieres disponer de un
teléfono, que tragar.
En
consecuencia tus datos personales están al alcance de cualquiera y cualquiera,
en efecto, te llama a tu casa cuando le sale de los huevos y puede hacerlo
además desde un número oculto y no pasa nada. Te tienes que aguantar. Yo,
después de darle varias vueltas al asunto, he llegado a la conclusión de que ninguna solución es perfecta así que
me voy apañando como puedo siguiendo el siguiente protocolo:
1. Nunca
levanto el teléfono si no aparece un número. Así que nada de llamadas ocultas .
2. Si aparece
un número –lo que tampoco es garantía de nada, desde luego- o si espero una
llamada urgente, digo “oui” o “si”, según de qué humor me pille, y espero a ver
lo que dicen. Si es spam, como suele, dejo hablar al sujeto y me voy, o bien
cuelgo directamente, sin mediar explicación alguna.
Sí, ya sé
que mucha gente trabaja en este tipo de empleos, que se ganan el pan y todo
eso. Pero yo no tengo por qué aguantarlos y el silencio como
respuesta entra en el salario. Si luego el tipo me machaca, como éste que acabo
de comentar, demuestra que es un imbécil y un tarado. Nada más. Ni menos.
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