lunes, 22 de septiembre de 2008

La confesión de Katherine Mansfield


Nació en 1888. Murió en 1923. Sólo vivió 35 años. Su vida, a juzgar por lo que nos cuenta su marido y editor John Middleton Murry, se caracterizó por tres hechos trágicos. La enfermedad, el vagabundeo por Europa del sur en busca de salud, y una dificultosa carrera literaria, amén de los problemas económicos.

Extraño libro (1), a veces tedioso, confuso, ambiguo; otras, fascinante. Una obra dolorosa, traspasada de sufrimiento. Nada fácil pese a la aparente sencillez del estilo. Pero de pronto aparce una página magistral.

El dolor, físico y espiritual, atraviesa toda la obra. Dolor causado por la enfermedad, la soledad, la incertidumbre vital, el desarraigo, la dificultad para la escritura, la falta de reconocimiento literario…

Tampoco se trata de un Diario en sentido estricto. Es más bien un Libro de Notas: estampas, reflexiones, bocetos para cuentos, apuntes al natural… Pero este libro es misterioso, el trabajo de edición ha sido muy complicado o bien el editor se ha limitado a montar el libro entresacando fragmentos sueltos. Esta edición es, además, muy problemática. (2)

KM lucha, se aferra a su arte, se debate, busca consuelo en la naturaleza, siempre presente en estas notas. Llega un momento en que parece haber llegado al límite de su energía. Escribe entonces “Sufriendo”. “Desearía que esto se entendiera como una confesión”, nos advierte:

“El sufrimiento humano no tiene límite. Cuando se piensa: “Ahora he tocado el fondo del mar, ahora ya no es posible descender más”, sí, se desciende (…) El sufrimiento físico es… juego de niños. ¡Se puede uno reir y tener el pecho aplastado por una piedra inmensa! (…) No quiero morir sin dejar rastro de mi convicción de que el sufrimiento se puede vencer. (…) Uno debe “rendirse”. Uno no debe oponer resistencia sino asumirlo. Dejarse inundar. Aceptarlo del todo. Convertirlo en parte de la vida. Todo lo que verdaderamente aceptamos en la vida experimenta un cambio. Y el sufrimiento debe convertirse en amor. Ese es el misterio. Eso es lo que tengo que hacer (…) Si soy capaz de dejar de revivir todo el susto y el horror, si soy capaz de dejar de volverlo a pensar, me haré más fuerte.”

Parecen escucharse aquí ecos de la escritura de Teresa de Jesús o de Juan de la Cruz. Pero esta confesión es más fácil escribirla que ponerla en práctica. Las ideas de aceptación, renuncia, sumisión al destino son claves que recorren toda la literatura mística y buena parte de los textos religiosos. También se encuentra en las mejores páginas literarias y filosóficas.

Un libro cuya densidad obliga a leer en tramos cortos. Lo breve era la especialidad de esta neozerlandesa.

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1.“Diario”, Katherine Mansfield, Ed. Lumen, 2008, 289 pgs.

2. ¿Han pasado 81 años en balde? ¿Es admisible presentar hoy, como una novedad, la traducción española de una edición inglesa que cuenta con ocho décadas a sus espaldas? Eso es ¡una ganga! Para la editorial. El resultado es un libro que a veces parece un jeroglífico. Hacen falta explicaciones, notas, trabajo intelectual en suma. Esta es una edición en pasta dura, nada barata. Pese a ello se añora más información, más rigor, más aporte intelectual. No es suficiente con meter un texto de Virginia Woolf, con otros 81 años a sus espaldas.