jueves, 28 de septiembre de 2017

Stendhal en Barcelona


En setiembre de 1837, en plena guerra carlista, el escritor francés Henry Beyle, alias Stendhal, hizo una visita rápida a Barcelona, movido por su insaciable curiosidad, pues estaba en Perpignan y no quiso desaprovechar la ocasión. “Acabo de hacer una imprudencia incorregible” escribe en su diario al poco de iniciar esta visita.

El relato del viaje se encuentra al final del segundo volumen de su libro Memorias de un turista, pero yo lo recojo de una antología de Viajes por España que editó en los setenta Alianza, seleccionada por José García Mercadal.

Tras algunas peripecias motivadas por la guerra civil, Stendhal llega a Barcelona. Se pasea por la Rambla, que le encanta, y luego se dedica a realizar algunas observaciones de carácter político e ideológico. Hay que recordar que no ha pasado tanto tiempo desde que las tropas napoleónicas arrasaron España para, posteriormente, salir a la carrera. Tras anotar diversas observaciones relativos a lo que observa en la calle Beyle se centra en los catalanes.

“Es necesario –escribe- que el español de Granada, de Málaga o de La Coruña, no compre las telas de algodón inglesas, que son excelentes y que cuestan a un franco la vara, por ejemplo, y que se sirva de las telas de algodón catalanas, muy inferiores, y que cuestan tres francos la vara. A parte de eso –añade- estas gentes (los catalanes) son republicanas en el fondo y admiran mucho a Juan Jacobo Rousseau y el Contrato social; pretenden amar lo que es útil a todos (1) y detestar las injusticias que aprovechan al menor número, es decir, que detestan los privilegios de la nobleza que ellos no tienen, y que quieren continuar gozando de los privilegios del comercio, que su turbulencia había arrancado en otro tiempo a la monarquía absoluta. Los catalanes son liberales como el poeta Alfieri, que era conde y aborrecía a los reyes, pero miraba como sagrados los privilegios de los condes.”

Más adelante, declara su admiración por los españoles, pues, en su opinión el español “es un tipo; no es copia de nadie. Será el último tipo que exista en Europa.”

Me parece también curiosa esta opinión que Stendhal pone en boca de uno de sus interlocutores nacionales durante el viaje: “El pueblo español, en el fondo, no tiene entusiasmo ni por el gobierno de las dos Cámaras (en alusión al liberalismo), ni por don Carlos; no quiero presentar otra prueba de ellos que la expedición de Gómez, que, con cuatro mil pobres hombres, ha atravesado toda España, de Cádiz a Vitoria. Si España hubiera sido liberal, Gómez hubiera sido aplastado, si España hubiera amado a don Carlos, Gómez hubiese reunido a cien mil hombres.”

Los catalanes y sus privilegios. Los españoles y su apatía política.


(1) Las cursivas son siempre de Beyle.