Esta situación puede durar unas horas o unos días, hasta que, de pronto, sale el sol y la marea humana irrumpe por doquier, lo anega todo. Tienes que andar por las calles más solitarias para estar un poco tranquilo, pero no puedes resistir la tentación de asomarte a la multitud. Para volver a huirla.
Blog del escritor Juan Luis Seisdedos. --Aquí hay de todo. Si estás interesado deberías dirigirte al Índice. --Por arte de birlibirloque algunas fotos han desaparecido. Habría que preguntarle a Google. Yo lo he intentado, pero no contesta.
jueves, 30 de julio de 2009
Días de verano
Esos inquietantes días veraniegos envueltos en bruma y sirimiri. Los turistas rondan por los alrededores de la playa sin saber qué hacer. Gente por todas partes. Estos días húmedos del verano, deliciosos para la tierra seca, odiosos para los amantes del sol, con el encanto de los refugios desde los que ver caer suavemente la lluvia. Pasear junto a la playa y sentir envidia de los pocos bañistas, mecidos en una mar tibio de leves olas.
Esta situación puede durar unas horas o unos días, hasta que, de pronto, sale el sol y la marea humana irrumpe por doquier, lo anega todo. Tienes que andar por las calles más solitarias para estar un poco tranquilo, pero no puedes resistir la tentación de asomarte a la multitud. Para volver a huirla.
Esta situación puede durar unas horas o unos días, hasta que, de pronto, sale el sol y la marea humana irrumpe por doquier, lo anega todo. Tienes que andar por las calles más solitarias para estar un poco tranquilo, pero no puedes resistir la tentación de asomarte a la multitud. Para volver a huirla.
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