Blog del escritor Juan Luis Seisdedos. --Aquí hay de todo. Si estás interesado deberías dirigirte al Índice. --Por arte de birlibirloque algunas fotos han desaparecido. Habría que preguntarle a Google. Yo lo he intentado, pero no contesta.
Tengo pendiente estudiar cómo fue que en 1968, bajo los auspicios de los franciscanos, gentes como Mitxelena, Villasante, Krutwig no sé si estaba también (él proponía el labortano clásico como norma del euskera futuro) pudieron reunirse aquí para tratar la unificación del euskera, y que pudieran hacerlo sin problemas y que nadie haya reparado mucho en el año en que lo hacían y en el régimen bajo el que lo hacían.
Por que nos gusta las fotos con niebla si ocultan lo que se quiere fotografiar? ...quizá nos gusta más lo que se insinua que lo que se ve. Un abrazo Olvido
Y sólo me queda añadir que todas la veces que he visitado Arantzazu el sol brillaba esplendorosamente. Está claro, pues, que hemos visto dos santuarios muy diferentes. Lástima por mí.
Me sucede como a Mertxe: nunca he visto Aránzazu así de mágico. Le conviene la incertidumbre de la niebla a este extraño híbrido, que nació un tanto anticuado, y que no pudo "sobreponerse", pese a los esfuerzos de Oiza por alargar la ejecución de la obra y aprovechar la creciente libertad estética.
Tengo pendiente estudiar cómo fue que en 1968, bajo los auspicios de los franciscanos, gentes como Mitxelena, Villasante, Krutwig no sé si estaba también (él proponía el labortano clásico como norma del euskera futuro) pudieron reunirse aquí para tratar la unificación del euskera, y que pudieran hacerlo sin problemas y que nadie haya reparado mucho en el año en que lo hacían y en el régimen bajo el que lo hacían.
ResponderEliminarSaludos.
Por que nos gusta las fotos con niebla si ocultan lo que se quiere fotografiar?
ResponderEliminar...quizá nos gusta más lo que se insinua que lo que se ve.
Un abrazo
Olvido
Se ve que los auspicios franciscanos son de mucha autoridad.
ResponderEliminarNo sé si "más", Olvido, pero todo tiene su aquel.
ResponderEliminarMuy, muy bellas fotografías. Bellísimo el texto.
ResponderEliminarY sólo me queda añadir que todas la veces que he visitado Arantzazu el sol brillaba esplendorosamente. Está claro, pues, que hemos visto dos santuarios muy diferentes. Lástima por mí.
Me sucede como a Mertxe: nunca he visto Aránzazu así de mágico. Le conviene la incertidumbre de la niebla a este extraño híbrido, que nació un tanto anticuado, y que no pudo "sobreponerse", pese a los esfuerzos de Oiza por alargar la ejecución de la obra y aprovechar la creciente libertad estética.
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