sábado, 18 de febrero de 2012

Tiempo muerto en Bayona

No te lo puedes creer. Haces 30 kilómetros, pagas dos peajes, te las deseas para aparcar y, cuando llegas a la ventanilla de la Sous-Préfecture resulta que el servicio de carnés de conducir sólo funciona por la tarde, de 1 a 4 para ser exactos. De vuelta al coche observo que los márgenes del Adour están llenos de peces muertos, lo que no contribuye a alegrarme la mañana.

En Bayona y con tres horas por delante. Entro en una tienda de comida, a ver si me animo. Una mujer joven, embarazada de seis meses, me mira con cara de asco mientras me decido por un bocadillo caliente. No sé si es que tiene nauseas o es mi acento extranjero lo que provoca su aspaviento. Tampoco me preocupa demasiado. Mordisqueo mientras camino y miro escaparates. El bocadillo está frío y rancio. Me guardo un trozo en el bolsillo para echárselo a los gorriones.

Entro en una cafetería y pido un café largo. Mientras le doy sorbitos hojeo el Sud-Ouest. El café es excelente. En portada un eslogan de Sarkozy para la historia: “Volver a dar la palabra al pueblo francés.” Impresionante. Gran foto del presidente con la rubia que le entrevistó anoche en exclusiva mundial para la televisión y una perogrullada bien destacada: “Sí, soy candidato a la elección presidencial.” Como si aún quedara algún francés que no lo supiera. Y luego, otra frasecita: “El próximo quinquenio no será como el primero”. Desde luego que no, me digo. Sobre todo si aciertan las encuestas y Sarko pierde. Anoche las televisiones galas humeaban con la noticia. Encuentro todo esto un poco surrealista.

Me traslado unos metros y curso la preceptiva visita a la librería de la Virgin. Me lo tomo con calma. Hace frío en la calle y aquí se está caliente. Paso un buen rato en la sección de papelería. Qué cosas tan bonitas hace esta gente con el papel y los objetos de escritorio. Tengo mucha pereza de leer en francés, así que no compro nada. Tampoco tengo ganas de comprar nada, por otra parte. Observo que el autor español más traducido en Francia es… ¡Lucía Echeverría! Me lo temía, pero ello no quita para quedarme anonadado. Ya se ve que hasta en Francia la gente lee cualquier cosa, lo primero que le venden los mercaderes de la literatura.

Cuando empiezo a tener síntomas de mareo salgo a la calle para airearme. Me han cambiado la pastilla para la hipertensión y aún no me he acostumbrado así que ando un poco zombi. Esta parte de Bayona es húmeda y fría y la animación callejera es más bien escasa. Tampoco veo nada interesante entre el sector femenino (ni entre el masculino), así que vuelvo al coche para regresar a la Sous-Prefecture. Antes les dejo unas migas a los gorriones al pie de un árbol.

Ahora sí, todo marcha como la seda. En cinco minutos resuelvo la gestión.

Vuelvo a jurarme que la próxima vez que algún hijoputa me robe la cartera tendrá serios problemas como no lo haga bien, tan bien, por lo menos, como los moros que me atracaron en la autopista y que me han traído hasta aquí.



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