Instructivo el desarrollo del juicio que se lleva a cabo en Noruega contra Anders Breivik, el tipo que asesinó a sangre fría, el pasado verano, a 77 personas indefensas. El fiscal pide que sea internado de por vida en un centro psiquiátrico, pues estima que el sujeto está loco y que no era responsable de su acción. Los atentados que perpetró le llevaron varios años de preparación, es decir, que no fue un calentón. Sin embargo, a juicio de algunos, está loco. Habrá que leer a Freud.
Por su parte, la defensa dice que de loco nada, que actuó por razones de radicalismo político, pues se trata de un ultraderechista fanático, valga la redundancia. La defensa estima que a su defendido le va a ir mejor de cuerdo que de pirado. Si está cuerdo irá a la cárcel y de la cárcel, al menos en Noruega, se sale tarde o temprano. Si está loco lo meterán en un psiquiátrico y a lo mejor sólo sale con los pies por delante. Qué dilema.
En resumen: en Noruega los asesinatos por razones políticas salen baratos. Como en España.
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