Después de dos semanas sin televisión ni cine esta película de Sidney Pollak me sienta como un bálsamo. Propiedad condenada, pese a la carga de diálogos -fruto de tratarse de la adaptación de una obra teatral (Tennessee Williams)- me va atrapando a medida que se desarrolla hasta dejarme arrebatado en el tramo final. Para qué negar que la causante de ello es la espléndida Natalie Wood, que eclipsa a todo el que se pone a su lado, incluido Robert Redford. Qué personaje atractivo el que interpreta, sometida a una madre sutilmente despótica, ese despotismo que se inspira en el amor materno y se basa en el puro interés material. Una película también de sorprendente actualidad por su temática: los trabajadores ferroviarios despedidos por una crisis económica, siendo Redford el ogro malo. Todo lo que he visto de Sidney Pollack me ha gustado. Por la noche volveré sobre algunas escenas sabiendo muy bien lo que quiero encontrar.
Carteles de la película
No hay comentarios:
Publicar un comentario