miércoles, 2 de enero de 2013

Amor bajo el espino blanco



No tenía idea de lo que iba a ver. El nombre de Zhang Yimou me sonaba, pero nunca había visto una película suya. Fue una cita a ciegas. El resultado no pudo ser mejor. He tenido la suerte de ver una de las películas más conmovedoras que he visto en mi vida.

Me sorprende que el régimen comunista chino la tolere. Creo que lo hace porque la crítica al sistema totalitario es tan sutil que confía en que pasará desapercibida para las masas.

La película se desarrolla en los años setenta, durante la denominada revolución cultural promovida por el maoísmo. Se centra en la historia de una estudiante adolescente que pertenece a una familia cuyo padre ha sido encarcelado por “capitalista”. En realidad ha sido secuestrado por el gobierno y no se sabe cuando será liberado. Ello repercute sobre el resto de la familia.

La madre se ve obligada a matarse a trabajar para mantener a los tres hijos. En sus ratos libres los dos niños pequeños y la adolescente confeccionan sobres, miles de sobres, para obtener algo de dinero. Al ser la hija de un “derechista” la joven, que estudia para ser maestra, debe mantener un comportamiento irreprochable, aunque no se sabe muy bien en qué consiste eso.

El caso es que ella conoce a un joven cuyo padre es militar, es decir, pertenece a la jerarquía del régimen, y ambos se enamoran. La madre del joven, sin embargo, se suicidó tras ser acusada de “capitalista”. Se tiró por una ventana. Antes de consumar el suicidio se maquilló cuidadosamente. En eso debía consistir su pertenencia al “capitalismo”, en ser coqueta.

Yimou nos cuenta una historia de amor adolescente, una relación llena de asombro, ternura, inocencia, altruismo y de un deseo que todavía no conoce su nombre.


Este amor, contado con una delicadeza admirable, no es admisible al parecer para el sistema, para la sociedad china, cuyo comunismo y tradicionalismo, curiosamente, se parece mucho a, por ejemplo, lo que aquí se ha denominado el nacional-catolicismo.

Aunque la obra se centra en la historia amorosa ningún espectador atento dejará de percibir la demoledora crítica que se realiza hacia el totalitarismo comunista que asola la nación China. La presencia del poder político abarca todos los ámbitos de la vida. Los comisarios políticos, los esbirros del régimen, los paniaguados del sistema, están presentes en cada pueblo, en cada barrio, en el portal de cada uno. Y no son precisamente ni las mejores personas, ni las más preparadas. Sólo son los más fantáticos, los más sumisos al poder, los más intolerantes.

No recuerdo haber visto nunca una película tan emotiva y conmovedora. Hay quien critica esto. Yo no. Yo creo que la emoción es el objetivo del arte. Y esta es una película artística.

Todo es bello en Amor bajo el espino blanco: la historia, la forma morosa y delicada de contarla, la interpretación, en especial la del personaje femenino y la fotografía. La fotografía de esta película es una delicia, sin la menor estridencia, espléndida. He disfrutado con cada uno de los fotogramas.
  
El hecho de que la historia narrada reproduzca una historia real, no añade ni quita nada al conjunto. La historia, aunque no fuera real, es perfectamente verosímil.