domingo, 3 de febrero de 2013

En tierra hostil: el héroe perturbado, la guerra como droga




Después de ver La noche más oscura tenía interés en ver la anterior película de Kathryn Bigelow, premiada con media docena de oscars. No me ha decepcionado. Esta mujer, si continúa trabajando a este nivel, va a ocupar un lugar importante en la historia del cine.

Aunque esta película, rodada en Jordania, está ambientada en la guerra de Irak, no trata espedíficamente sobre ella. Podría tratarse de cualquier otra guerra.

En tierra hostil se centra en la actividad de los tres integrantes de un cuerpo de élite del ejército norteamericano que se dedica a la desactivación de explosivos. En la cinta se nos presenta una sucesión de casos en los que intervienen los tres artificieros.

De los tres, Bigelow se centra en el sargento Will James. Este hombre, que se ha curtido en Afganistan, es el héroe que retrata Bigelow porque esta directora, tanto en esta película como en la siguiente se interesa por el heroísmo que es un tema eterno del western, de la literatura y el cine.

La necesidad del héroe, la defensa del individualismo. Y ¿cómo es el héroe actual? Según se nos expone el héroe actual reúne las características típicas del héroe: valor, coraje, un fondo de bondad y afán justiciero. Pero ahora, en el mundo de principios del siglo XXI se suman nuevas características: la locura, el sinsentido, la dependencia, la alienación.

La imagen, varias veces repetida, de nuestro hombre caminando solo hacia su destino, el lugar donde se encuentra el artefacto explosivo, embutido en un traje antibombas parecido al de los astronautas, parece salida de un western.

Desde el epígrafe que abre la película se nos presenta la guerra como una droga. Los hombres, algunos de ellos, se quedan enganchados a la adrenalina del combate, del peligro, de la inminencia de la muerte. Este es el caso del protagonista. Se ha jugado la vida tantas veces en su oficio de artificiero que la vida normal, familiar, cotidiana, ha perdido el sentido para él. Sólo la proximidad de la muerte le hace sentirse vivo.

El segundo aspecto –que en realidad es el primero para mi criterio- que destacaría de esta obra es su estética. Me resulta extraño que esta película haya recibido tantos premios por parte de Hollywood porque es una obra compleja, de estética poco comercial y convencional aunque, ciertamente, mantiene al espectador en tensión de principio a fin. En su mayor parte está rodada cámara en mano y todo en ella tiene un aspecto desaliñado que aporta un tono documental que le sienta muy bien al conjunto.

A la vez, todo en esta película funciona de forma matemática, todo está medido al milímetro, es una fabulosa maquinaria de precisión, al mismo nivel que puede serlo el trabajo para desactivar un artefacto explosivo.

En la película solo aparecen hombres. Sólo hay una mujer, la esposa del protagonista, que aparece una sola vez y a modo de contrapunto. El sexo tampoco está presente. La muerte omnipresente se ocupa de mantenerlo alejado.

Los métodos que utiliza el héroe de esta obra no es verosímil que sean aceptados por los mandos del ejército norteamericano porque ponen en riesgo la seguridad del grupo que le acompaña. En este sentido la película es poco realista. Sin embargo el héroe que se nos propone puede que sea el único posible hoy, un héroe que, en realidad, es un disidente.



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