Lectura de
las primeras 350 páginas de la edición completa de los escolios, aforismos o notas de Nicolás
Gómez Dávila. Pendientes otras mil. Este es uno de los libros que me llevaría a
una isla desierta, sobre todo si supiera que no podría regresar. Me serviría
para no echar de menos lo que dejé atrás.
Gómez Dávila
(1913-1994), escritor y filósofo, colombiano de clase alta, educado en París y,
sobre todo, autoeducado en su biblioteca. Casi toda su obra está recogida en
este volumen.
Su obra es
un alegato contra la modernidad en sus diferentes facetas: democracia,
ideologías, fe en el progreso, exaltación de la igualdad. Católico sui generis,
impregnado de paganismo. Se define como reaccionario no conservador porque,
según él, ya nada merece la pena ser conservado.
El reaccionario
–dice- lucha “contra el entusiasmo del progresista, los argumentos del
demócrata, las demostraciones del materialista.”
Sobre la
igualdad señala: “Los hombres son menos iguales de lo que dicen y más de lo que
piensan.” Y, “si nacieran iguales, inventarían la desigualdad para matar el
tedio.” “Las jerarquías son celestes. En el infierno todos son iguales.”
Filosofía y
crítica (literaria, histórica, artística, antropológica, etc.) son sus temas.
Su prosa, siempre precisa y concisa, despreciadora de metáforas e imágenes
retóricas, me recuerda vagamente a la de Borges por el peso numismático que
consigue aplicar a las palabras.
Autor
complejo y de una amenidad pasmosa para los interesados en este tipo de temas.
Cualquiera de sus aforismos puede servir para resumir sus ideas así que dejo
aquí unos cuántos. Obvio las comillas, todo es textual.
ESCOLIOS
La madurez
del espíritu comienza cuando dejamos de sentirnos encargados del mundo.
Una
“sociedad ideal” sería el cementerio de la grandeza humana.
Burguesía es
todo conjunto de individuos inconformes con lo que tienen y satisfechos de lo
que son.
A medida que
el Estado crece el individuo disminuye.
Las
perversiones se han vuelto parques suburbanos que frecuentan en familia
muchedumbres domingueras.
Nuestra
civilización es un palacio barroco invadido por una muchedumbre greñuda.
La política
sabia es el arte de vigorizar la sociedad y debilitar el Estado.
La idea
inteligente produce placer sensual.
La sabiduría
no consiste en moderarse por horror al exceso, sino por amor al límite.
El espíritu
busca en la pintura un enriquecimiento sensual.
Sólo una
cosa no es vana: la perfección sensual del instante.
De los
modernos sucedáneos de la religión probablemente el menos abyecto es el vicio.
La inquietud
es consecuencia de una fe excesiva en la estabilidad de las cosas.
La sociedad
del futuro: una esclavitud sin amos.
Vencer a un
tonto nos humilla.
Sólo las
educaciones austeras forman almas delicadas y finas.
Los libros
no son herramientas de perfección sino barricadas contra el tedio.
Lo que no es
complicado es falso.
El pueblo no
elige a quien lo cura, sino a quien lo droga.
No rechazar,
sino preferir.
Marx gana
batallas, pero Malthus ganará la guerra.
Los hombres
se dividen en dos bandos: los que creen en el pecado original y los bobos.
La sociedad
moderna se da el lujo de tolerar que todos digan lo que quieran, porque todos
hoy coinciden básicamente en lo que piensan.
Toda astucia
envilece.
Donde hay
obra de arte no hay diablo.
La sabiduría,
en este siglo, consiste sobre todo en saber soportar la vulgaridad sin
irritarse.
Lo que aleja
de Dios no es la sensualidad, sino la abstracción.
El Estado
moderno fabrica las opiniones que recoge después respetuosamente con el nombre
de opinión pública.
Escuchar a
convencidos es interesante, pero sólo se puede dialogar con escépticos.
El cristiano
no tiene nada que perder en una catástrofe.
El alma es
la tarea del hombre.
Toda
satisfacción es una forma de olvido.
Tener
opiniones es la mejor manera de eludir la obligación de pensar.
Quien acepte
el léxico del enemigo se rinde sin saberlo.
Todo hecho
es menos interesante que su relato.
El
extremismo político sirve para disculpar la mediocridad intelectual.
El
socialismo es la filosofía de la culpabilidad ajena.
Ediciones
Atalanta, 2009.