domingo, 27 de septiembre de 2020

Manuel Arroyo-Stephens, Pisando ceniza

 

Manuel Arroyo-Stephens (1945-2020), editor y escritor


De Melancolía del torero

“Para Bergamín el pueblo, el auténtico pueblo español que él idealizaba como el viejo romántico que era, lo representaban en la plaza los toreros, y el público, ese público que paga, era sólo eso, público, la encarnación del pueblo domesticado y sin alma que nos había dejado la derrota en la Guerra Civil, la represión brutal de la posguerra y los cuarenta años de dictadura.”

“Pero Bergamín necesitaba vivir en el filo de la navaja, y no hacía caso a nadie. Si en una discusión nadie le contradecía empezaba a contradecirse a sí mismo, no podía evitarlo. Se puede uno desdecir de lo que ha dicho, argumentaba, lo que no puede es deshacer lo que ha hecho.”

Rafael de Paula: “Porque yo no soy de conocer a nadie. A los que uno se los tiene que encontrar se los encuentra.”

“Luego de una larga pausa [R. de Paula] nos dijo que para él era primero el pensamiento. Yo el toreo lo pienso, dijo. El sentimiento llega después, si es que llega, añadió con una sonrisa…”


De Región luciente

“La ignorancia es lo único que no se aprende, me advirtió [Bergamín] con gesto serio. Tienes que tener mucho cuidado. No se trata de saber mucho o poco, se trata de saber bien o mal. Es más importante el sabor que el saber. En la literatura como en todo. Lo del saber y el sabor era uno de esos juegos que le gustaban tanto.”

(Habla Bergamín) “Aquí [en el País Vasco] les importo, y mucho, dijo con tono decidido. Aunque no lo entiendan. Y por lo menos tengo donde publicar. En Madrid ya ningún periódico, ninguna revista, quiere publicarme.”

(Bergamín de nuevo) “¿Sabes por qué me gusta tanto estar aquí? Porque aquí no me siento en España. Esto no es España.”

“¿Sabes por qué sigo siendo católico?
No. Eso tampoco lo entiendo. No lo he entendido nunca.
¡Porque me da la gana!, contestó [Bergamín] muy serio, y añadió de inmediato, con una mirada que pretendía explicar lo obvio. O sea, por la gracia de Dios.”


De Responso

“Además ella [la madre del autor] y yo éramos los únicos con sentido del humor. No consiste en contar cosas graciosas sino en una mezcla de sabiduría y carácter, de entender y vivir la vida con resignación y entereza, de no tomarse en serio a sí mismo, ni mucho menos a los demás, de ver el lado absurdo de las cosas sin sobresaltarse, de cultivar el desapego, de ser sencillo y natural, además de comprensivo y paciente con los defectos de los demás…”


Editorial Turner, 2015, 345 páginas.

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