El puente sobre el Ebro, en Valdenoceda, donde arranca el paseo
El río baja caudaloso y de color marrón claro
11 de agosto. Hace un calor espantoso. Por la mañana damos un paseo por la orilla del Ebro, desde el puente de Vadenoceda, por el denominado desfiladero de los Hocinos. Unos cuatro kilómetros y vuelta por la misma senda. El camino es un bosque de galería tan frondoso que apenas notamos el bochorno. Hay acondicionadas varias pasarelas sobre el agua.
El río baja con ímpetu, de un color marrón claro. Hay algunos peñascos que emergen del cauce. En un rincón del camino, junto a la entrada vallada de un trigal, encontramos un buen asiento y una buena sombra para almorzar.
Al concluir el paseo y regresar a Valdenoceda, a primera hora de la tarde, se nos viene todo el calor encima. Pese a ello no me resisto a darle un vistazo a la espléndida torre que he divisado al descender por el puerto de la Mazorra. Es la torre gótica de los Velasco que se yergue sólida y dominante. Junto a ella se levanta la iglesia románica de San Miguel, de finales del XII. En las esculturas de las ménsulas y en los canecillos del tejado guarda algunas similitudes con la joyita románica de la comarca, la vecina iglesia de San Pedro de Tejada, cuya visita --que debe programarse pues es de propiedad privada-- dejamos para otro día.
El río baja con ímpetu, de un color marrón claro. Hay algunos peñascos que emergen del cauce. En un rincón del camino, junto a la entrada vallada de un trigal, encontramos un buen asiento y una buena sombra para almorzar.
Un bosque de galería muy cerrado alivia del calor
La primera pasarela sobre el agua
Antes de continuar el camino hacia las ruinas del monasterio cisterciense de Rioseco, tomamos algo en una terraza junto a la carretera. Pido una cococola ligth con hielo pero me sacan una normal. Me la tomo por no discutir con la antipática camarera y se me revuelve el estómago.