miércoles, 3 de enero de 2007
¿Todos culpables?
--Ave María purísima.
--Sin pecado concebida…
A continuación el hermano fraile impartía su clase. De vez en cuando, sin embargo, el hermano fraile se ausentaba. Sin más explicaciones, naturalmente. Podía tratarse de cinco minutos o de tres cuartos de hora.
Más allá de los cinco primeros minutos la clase se convertía en un caos. Cuando el hermano fraile regresaba podía encontrarse con un cristal roto, una papelera incendiada, pintadas obscenas en la pizarra, su silla desaparecida… O un alumno chorreando sangre por la nariz gracias a la acción del matón de turno.
Naturalmente, el hermano fraile montaba en cólera. “¿Quién ha sido?”, preguntaba retóricamente. Pues no había sido nadie, por descontado. Lo normal entonces era un castigo colectivo, una manera de garantizar que el culpable era castigado. Y una manera de que el hermano fraile eludiera su propia responsabilidad.
Han pasado ya unos cuantos años desde entonces pero las cosas no parecen haber cambiado demasiado. Sólo que ahora los escolares hemos crecido, nos hemos hecho mayores y ya las cosas no cuelan con la facilidad de antaño.
¿Cuántas veces he leído en los últimos meses que todos somos responsables de que el proceso (bonito eufemismo) salga adelante? ¿Cuántas veces los neo-hermanos han propalado que si el proceso fracasaba todos seríamos un poco culpables?
Negro sobre blanco, a través de las ondas herzianas, mediante las seiscientas veinticinco líneas, en forma de bites y de bips, al gusto del consumidor en la sociedad del espectáculo nos lo han repetido. Los neo-frailes de las congregaciones socialistas y nacionalistas han puesto todo su empeño y todos los medios a su alcance para convencernos de nuestra culpabilidad intrínseca. Las terminales mediáticas y propagandísticas de Ajuria-Enea y de La Moncloa se han esmerado en catequizarnos sobre las excelencias del proceso.
Sin embargo, con la misma lucidez que cuando éramos escolares, sabemos que hay un responsable de lo ocurrido. Tal vez, como entonces, nos callamos su nombre, pero todos sabemos quién ha sido. Pero ahora sabemos también que hay una responsabilidad subsidiaria: la del hermano fraile que no estaba donde tenía que estar, la de los neo-frailes que han mirado para otro lado, que han maquillado, que han fingido no ver, que han puesto excusas… para no cumplir con su deber.
--Ave María purísima
--Sin pecado concebida.