sábado, 10 de noviembre de 2007
El claustro de los Novicios
A las 11 de la mañana, hace mucho frío en el umbroso claustro de los Novicios, plateresco, el más pequeño y recoleto de los tres. Todo invita a buscar el calor del sol que se adivina más allá del arco que conduce al siguiente claustro, el del Silencio. Los patios del monasterio de Santo Tomás, un convento- palacio de finales del XVI, constituyen un espacio recogido, elegante y silencioso. Aquí la luz poderosa de Avila se desplaza lentamente por los corredores embaldosados en un juego entre las sombras oscuras y los arcos plateados de granito. El turista se estremece de frío y se admira de los haces luminosos.
El monasterio avulense fue construído a finales del XVI, durante los Reyes Católicos, en estilo gótico isabelino. Los soberanos lo adoptaron como residencia veraniega debido a la amistad que mantenían con el terrorífico fray Tomás de Torquemada. La temprana muerte del príncipe heredero Juan –cuyo mausoleo puede verse en el crucero de la iglesia- desmotivó las estancias reales en el lugar.
Se relaciona el monasterio, pronto universidad, con la expulsión de los judios y la creación de la Inquisición. La madre Teresa encontró aquí, en la persona del dominico Domingo Báñez, el primer apoyo para su reforma. Jovellanos, entre muchos otros, pasó por sus aulas.
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Monasterio de Santo Tomás
Avila
1.11.07
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