

Monasterio de San José, Avila
“Los lectores de santa Teresa saben la importancia que tuvo este pequeño oasis de San José en la vida de la santa, en sus reformas religiosas y en la elaboración misma de su pensamiento místico. Todo ello se respira aún viendo los muros y adivinando el despojado recogimiento de la clausura, tras de los tapiales.
El arquitecto Francisco de Mora –el herreriano- quiso engrandecer el recuerdo, tan reciente aún, de la santa de su devoción y se pudo manos a la obra por su propia cuenta y mendigando ayudas y limosnas para llevarla a puerto.
El templo crea el modelo carmelita, clasicista, que se repetirá durante todo el siglo XVII y todo el XVIII en las construcciones de la Orden: un pórtico de tres arcos abajo, la hornacina de San José bajo frontón triangular con remate de bolas en el cuerpo medio y el mismo frontón ampliado y rematado por una cruz en la parte superior.”
Dionisio Ridruejo, Castilla la Vieja; Avila.
1.11.07
Hubo un tiempo en el que leí mucho sobre (que no a) Santa Teresa de Jesús. Buscaba y en su momento encontré. Hoy todo ese universo está demodé, y como sigo vinculado a él, envejezco. Así es la vida.
ResponderEliminarBella luz otoñal.
Un poco extraña tu filosofía glo. No veo la relación entre el envejecimiento y el interés por algo. No veo la importancia de que ese algo esté demodé.
ResponderEliminarEn fin, Avila, los místicos, sus comentaristas y eruditos. En este viaje he descubierto la prosa sencilla, esmerada y lírica del P. Crisógono de Jesús en su biografía de Juan de la Cruz.
Pero Avila es, sobre todo, un ambiente y una luz.
Un abrazo
Yo nací agnóstica perdida y, quizás por eso mismo (¡somos tan complejos y a la vez tan enternecedoramente simples!), cuando me llegó el momento de saber, quise saberlo todo. En el caso de Santa Teresita del Niño Jesús, así la llamaba mi socialista y sincrética abuela materna (tenía a la Virgen de la Merced sobre la cama de matrimonio y, justo enfrente, a Pablo Iglesias), confieso que me fascinó su figura enfebrecida, envenenada de extasis... Difícil no engancharse de una mujer con la fuerza de cambiar las cosas... ¡y en el siglo XVI!
ResponderEliminarPor encima del symploké, está la esencia. Y la esencia de Teresa de Ávila era su pasión por la vida y más tarde por cuanto ella entendía que había más allá. Pasó de lo mundano a lo místico, porque ¿acaso un espíritu como el suyo podía detenerse en medio del camino? ¿Acaso tiene lógica una fe sin misticismo? Ella sabía que su Dios no exigía otra cosa que los extremos. Y se fue vaciando de sí misma para empezar a crecer en lo Absoluto.
Fue un ser atormentado en lo físico y en lo psíquico. Posiblemente fue una enferma mental sobre todo, pero ¡qué maravillosa literatura produjo! Difícilmente podríamos encontrar un dibujo más elevado de los sentimientos humanos como el que hallamos en su prosa y en su poesía. Ella se los dedicó a su dios, otros lo hacen a otros dioses, ¡son tanto y tan diversos los dioses de la humanidad! Del nihilismo a la enardecida fe de Santa Teresa, quizás todos los caminos conduzcan al mismo vacío, ¿quién puede saberlo?, pero, entretanto, cada cual se las arregla como puede. Por cierto, negar, y negar una sola vez, ya es afirmar ('faltan los fines, el futuro carece de objetivo, Dios ha muerto...'). Nietzsche, que andaba tan pirado como la santa, ya hablaba de ausencias, y si hay ausencias... ¿habrá habido presencias?
Me parecen tan respetables los creyentes como los no creyentes, como los mediopensionistas (es mi caso). Después de todo, ¿no es verdad que nada es verdad? Teresa de Ávila me regaló su lírica universal, su canto a la esperanza, su entusiasmo por el misterio. Carlos Marx me regaló otras cosas aparentemente muy distintas. Nietzsche me sigue haciendo feliz... jajaja... a pesar de su misoginia. Cada cual a su bola, ya digo.
Estas cosas son las que me hacen más joven cada día. Si no fuera por la duda, envejecería de manera irremisible.
Dices cosas muy acertadas Mertxe. "¿Acaso tiene lógica una fe sin misticismo?" es una de ellas, la principal.
ResponderEliminarDe Teresa de Jesús me enamoró su prosa. Principalmente en la autobiografía, el libro de las fundaciones y las cartas. Literatura pegada a la vida, sorprendente en una monja de clausura.