Iberdrola se ha puesto a repartir dinero a manos llenas - en forma de publicidad- entre los medios de comunicación. Los medios de comunicación, naturalmente, le están muy agradecidos y es de esperar que sabrán, cuando sea necesario y conveniente, agradecer tanta generosidad. La cosa se llama Iberdrola Renovables.
Tengo delante un recorte a toda página con el spot. Es una pequeña maravilla del arte publicitario. ¿Hay algún arte hoy día que sea equiparable al arte publicitario? Es difícil porque el nivel está altísimo. Siento no ofrecer la imagen en cuestión pero he decretado que mi blog es un espacio libre de aerogeneradores.
Tenemos un mar verde pálido y un cielo azul desvaído, todo como un amanecer en un mundo impoluto e incontaminado, es decir, un amanecer en el paraiso terrenal. Entre uno y otro se perciben unas colinitas suaves y onduladas y sobre las colinitas un total de nueve aerogeneradores. Los dos de la izquierda se ven con nitidez; los restantes son como caprichosos e inofensivos postecitos de la luz que se pierden en el horizonte. La imagen, desde luego, es de una dulzura evangélica. Nada que ver con la impresión de dureza y agresividad que producen estos artilugios mastodónticos cuando te aproximas a ellos, si es que tienes el valor para hacerlo. Los animales, por ejemplo, los evitan cuidadosamente, por si las moscas, y me temo que a las plantas les ocurre otro tanto. En fin, la vida natural es bastante insensible al arte publicitario.
En el título del texto explicativo se indica: “Gracias por invertir en un mundo Renovable”. Qué sutileza. Qué educación y cortesía exquisitas. Así da gusto. Te dan las gracias por invertir en Iberdrola, “la primera eólica del mundo por potencia instalada” y, a la vez, te dejan caer, como quien no quiere la cosa, que no pasa nada por meter estos mamotretos en medio de la naturaleza pues, al fin y al cabo, el mundo es renovable. Un concepto ecológico muy interesante y esperanzador. Podemos hacer lo que nos salga de los huevos porque, después de todo, como su propio nombre indica, estamos en “un mundo Renovable”, así con su preceptiva mayúscula.
Y, siguiendo esta política huevera o tetosterónica, la compañía Iberdrola y otras de su cuerda, se ha dedicado en los últimos años a invadir el país entero, desde el cabo de Higuer hasta Tarifa, desde Finisterre al Cabo de Rosas, con este salvajismo estético, con esta aberración ecológica al que le han puesto el bonito nombre de “parques eólicos”.
Hasta el momento parecía que esta política de “parques eólicos” se iba a conformar con arrasar los montes y colinas de todos el país, dejar las cumbres peladas y ocupar grandes superficies en las que no sólo no crece un árbol sino que, por no crecer, no crece ni la yerba. Hasta el momento parecía que uno sólo iba a tener que comerse este marrón estético cuando se desplazara por las rutas del interior. Pero hete aquí que esta campañita prenavideña de reparto de dinero a manos llenas entre los medios de comunicación deja intuir –la imagen que la preside no puede ser más clara- que la costa –o lo que queda de ella- también puede ser un buen lugar para instalar estos “parques”. Ya se sabe, además, que en la costa soplan vientos potentes, es decir, la materia prima de este invento.
Como los medios de comunicación están tan encantados con el aguinaldo que les ha repartido Iberdrola no es previsible que ninguno de ellos vaya a oponerse, ni a emitir alegaciones al respecto, ni, mucho menos, a criticar esta política. El texto del anuncio lo dice bien claro: “Una compañía que apuesta por energías que respetan el medio ambiente”. ¿Qué más se puede pedir?
Y, en tanto progresa esta bendición del cielo, le seguiremos comprando energía –nuclear por supuesto- a los franceses. Porque aquí ya se sabe lo nuclear es tabú, pero no hay inconveniente en adquirirla a los vecinos. Será por dinero.