Año nuevo; 10 a.m.; -5º. Festividad de la Circuncisión del Señor. Qué extraña fiesta religiosa, piensa. Tras un día tan pagano...
Un paseo entre Gamonal y Villimar (Burgos). Tres kilómetros al norte de la ciudad. Las calles están vacías, apenas algún viejo. Sobre el suelo escarchado, restos de petardos y artilugios pirotécnicos.
Recuerda este mismo trayecto hace 3 o 4 años: una carretera con descampados; a la izquierda, el riachuelo Vena con su vegetación de ribera y su sendero. Ahora es una urbanización tras otra, una continuidad urbana; carreteras; puentes metálicos y coloreados.
Hay plazas, espacios entre bloques. Los colores, la disposición de los volúmenes, los recovecos… Todo tiene un aire de juego infantil de construcción.
Entra en el parque de la residencia de ancianos, al pie de la carretera a Poza de la Sal. ¿Ha estado alguna vez en Poza de la Sal? Duda. Y, sin embargo, no hace tanto tiempo. Un año tal vez. Visita este jardín cada estación del año. Nunca ha visto ancianos. Sólo vehículos que entran y salen.
Le gusta mucho este lugar, pero también le inquieta. Durante años no se ha atrevido a entrar. Siempre espera que alguien salga y lo eche.
Está muy cuidado. Predominan las coníferas y su gama de verdes. Una mujer con un perrito le habla de una monja, “que parece un hombre”, encargada de dirigir los trabajos de mantenimiento. No le hace demasiado caso. No tiene ganas de hablar. Necesita caminar para combatir el frío.