Sobre los últimos rosas y lilas del amanecer la niebla y la luna llena han estado jugando esta mañana frente a mi ventana.
La luna se deslizaba tranquila y límpida sobre el horizonte del Jaizkibel para luego, más allá de mi mirada, dejarse caer sobre el mar.
Entretanto la niebla remoloneaba sobre las aguas de la bahía de Txingudi, subía y bajaba por la ladera del monte, tapando y descubriendo los caseríos y la torre de la ermita de Guadalupe.
El manto blanco parecía elevarse a medida que la luna, cada vez más grande y vaporosa, se despedía.
Cuando ha terminado de irse, como siguiendo una consigna, la niebla ha desbordado la gran oquedad de la bahía, ha tapado la línea horizontal del Jaizkibel y se ha adueñado de toda la comarca.
Una hora más tarde ha dejado paso, reclacitrante, al azul. Pero luego ha vuelto y todavía sigue ahí.
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Hendaya
23.1.08
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