miércoles, 13 de febrero de 2008

BASTERRETXEA Y LOS MILAGROS

Tras mi visita a la exposición de Nestor Basterretxea y Carmelo Ortiz de Elgea en el Kursal de San Sebastián me pongo a buscar en internet información sobre el primero. De sopetón caigo en esta entrevista. En ella el escultor se despacha a gusto contra Chillida sin que ello sea obstáculo para que también ventile su descarnada opinión sobre Oteiza.

A Chillida le llama “fascista”, palabra que, lamentablemente, ha perdido su significado político para convertirse en un vulgar insulto callejero. Dice otras cosas sabrosas en las que podrá deleitarse el lector curioso.

Indago y descubro que la susodicha entrevista es una traducción (y me parece que también resumen) de esta otra publicada, en euskera, en el diario Berria. Así pues estamos ante la traducción de una traducción, pues Basterretxea deja claro que él no sabe euskera.

Aunque este hecho le produce “dolor de tripas”, según dice, ello no ha sido obstáculo para que su conocida Serie Cosmogónica Vasca (1972-1975) –de la que pueden verse media docena de piezas en la exposición del Kubo- sean “imágenes del euskera”.

El propio Basterretxea lo cuenta así: “Pregunté a Oteiza, Barandiaran y Mitxelena que cuáles eran las imágenes del euskara. Y me dijeron que carecía de ellas. Y entonces fue cuando decidí crearlas yo mismo. Cogí los libros sobre mitología vasca de Barandiaran, y tomando como base lo escrito allí, hice todos los dibujos en hora y media.”

“Fue un milagro –concluye el artista- ¡Hice veinte imágenes…! Estoy muy orgulloso de esa saga. Son las imágenes del euskara: se pueden ver, se pueden tocar.”

En mi opinión la media docena de ellas instaladas en el Kursal son lo mejor de la muestra.

La entrevista figura en un blog que lleva un título elocuente: Pedradas. El post se completa con un comentario interesante. Un lector envía un texto extraído del libro Mèmories del pintor catalán Xavier Valls.

Me gusta y admiro la pintura de Valls desde que la descubrí, hace algunos años, en forma de libro, en las estanterías de una librería madrileña. Se trata de la obra Escuchando a Xavier Valls, de Miguel Fernández-Braso (Ed. Guadalimar). Me pasé el viaje de vuelta embebido en esta obra encantadora.

En el fragmento de Valls –que no brilla precisamente por su claridad expositiva- se vierten una serie de acusaciones contra Chillida y contra Palazuelo a cuenta de unos hechos acaecidos en el año 1949 en París.

Yo tenía la idea un poco franciscana de que entre los artistas plásticos no reinaba el ambiente envenenado, rencoroso y difamatorio que dicen preside el ámbito de las letras, pero estas pequeñas muestras, un poco deprimentes, me sacan de mi error.

En cualquier caso, al margen de esto y de aquello, hay algo que, al menos para mí, está claro: Chillida es mucho Chillida.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Yo sólo conocía las rencillas entre Oteiza y Chillida, que por suerte para todos no eran meros encontronazos personales, sino que tenían un fundamento estético.

    En aquel entonces yo estudiaba en Pamplona, y conocía mejor la postura de Oteiza, que sostenía, con una coherencia inquebrantable y vehemente, el fin de su carrera como escultor. Había estado desarrollando su investigación estética durante muchos años y había llegado a una conclusión, a un callejón sin salida, no resultando coherente para él continuar creando formas (mejor dícho, vacíos) a partir de ese momento. Desde ése su punto de vista, Chillida no era más que un "manierista" que se regodeaba en un arte a su entender "ornamental".

    Yo entonces era más partidario de la actitud de Jorge Oteiza. La encontraba más próxima a mi manera "moral" de entender el arte, aunque siempre me resultaron ajenas las aspiraciones "religiosas" que tenía respecto al "arte vasco".

    ResponderEliminar
  3. Para mí también ha sido una sorpresa esta declaración contra Chillida a cargo de Basterretxea. No tanto lo que dice sobre Oteiza, cuya obra tiene para mí un gran interés, pero cuya tendencia a vociferar y a contradecirse no me entusiasmaba. Creo en el derecho a la contradicción pero no en el de alardear de ello.
    En fin, en última instancia, por sus obras los conocereis. Y en esto no tengo duda: Oteiza y Chillida (por orden cronológico) están muy arriba.

    ResponderEliminar