Sobre el Jaizkibel, una nube oscura, casi negra, que presagia algo. Pero me obstino en bajar a la playa tras una banda de gaviotas que se ha posado en la orilla. Se refugian del temporal. Huyen si me aproximo; todavía son salvajes. Justo después de tirar unas fotos ha comenzado a granizar. Afortunadamente, llevo un paraguas. El perrillo no dá crédito a lo que está cayendo del cielo. Me mira asustado. Lo cojo en brazos. Cuando llegamos al puesto de socorro, empapados, el granizo deja paso a una lluvia pertinaz.
Te leo y se me hace la boca lluvia. Y pensar que me agarraba unos ibiceos (¡qué finita!) descomunales cuando me pasaba algo parecido... Hace un año más o menos que descubrí tu blog, creo que fue en DV, y en algún momento te dije que nunca hubiera creído que quería tanto a mi tierra. Debe de ser cierto que la distancia es un factor capital a la hora de validar lo sentimientos.
ResponderEliminar¡Qué fotos más guapas! No me digas que no merece la pena que os hayáis mojado un poco... (jis...)
Gracias, Mertxe. Deberías ver la que está cayendo hoy. Buen día.
ResponderEliminar