


Esta mujer deambula solitaria por las calles y por la playa desde hace varios meses. Suele llevar un pañuelo en la cabeza, viejos chales coloreados sobre los hombros, algunas bolsas. Casi es una anciana. La veo a veces comiendo algo, sentada o tumbada en la arena. Habla sola. Está trastornada, enajenada, tal vez loca. Hoy la encuentro tumbada en la playa, de espaldas al boulevar. Me estremece verla.
Sí, Juan Luis, estremece verla y saber que los cacareados estados de derecho, las maravillosas, no democracias, no contemplan recoger a estos desgraciados, darles un techo e intentar paliar su mal. Pero resulta que aquella libertad por la que suspirábamos y luchamos iba a ser, en realidad, un esperpento que sólo sirve para que la clase política medre y los banqueros sigan medrando. Nil novi sub sole ("Lo que fue, eso será..." Etc. etc.)
ResponderEliminarQuería decir "maravillosas democracias" y no "maravillosas, no democracias". De todas formas, qué freudiana manera de corroborarme, ¿verdad? (jis...)
ResponderEliminarPuede que la mujer tenga un techo, comida, no lo sé. Pero me parece que su mente está más enferma de lo habitual. Poco más que decir.
ResponderEliminarDuelen esas imágenes...
ResponderEliminarYo también he visto a esa mujer en varias ocasiones en la playa de Hendaia. Suele estar principalmente a la derecha del edificio del casino. Asusta pensar que podemos acabar asi por que algo de nuestra mente deje de funcionar como lo hace habitualmente.
ResponderEliminarGlo, anónimo,
ResponderEliminargracias por los comentarios. Un saludo.