
El presidente de la República con el general Vicente Rojo
Manuel Azaña, Causas de la guerra de España, Ed. Crítica, 1986, 161 p.
Manuel Azaña dimite de la presidencia de la República en febrero del 39, tras el reconocimiento del bando franquista por Francia y Gran Bretaña. Unos meses después, en Callonges-sous-Salève, escribe los once artículos que integran este libro.
Se publican por primera vez en España 47 años más tarde, en 1986, una vez pasados 11 años desde la muerte del dictador.
Claros, precisos, lúcidos, honestos. La prosa más sencilla y despojada de Azaña, sin meandros ni adornos. Estos son algunos de los temas que aborda:
Las tendencias “centrípetas” de España. Casi nadie daba su lealtad principal al Estado republicano y a su ejército regular: “A la mayoría de los vascos sólo les preocupaba defender sus propias posiciones”. Otro tanto a los catalanes.
Repasa y calibra la intervención extranjera en la guerra: Alemania e Italia por un lado; la URSS por el otro; la más que ambigua posición de Francia y Gran Bretaña, con su política de “no intervención”, que en absoluto impedía la intromisión alemana e italiana.
El esfuerzo titánico que requirió la constitución de un ejército regular republicano; los problemas con las milicias anarquistas y socialistas.
El odio y el miedo, “los dos impulsos ciegos que han desencadenado tantos horrores. Odio destilado lentamente, durante años, en el corazón de los desposeídos. Odio de los soberbios, poco dispuestos a soportar la “insolencia” de los humildes.”
Y el trasfondo “religioso”: “Odio de las ideologías contrapuestas, especie de odio teológico, con que pretende justificarse la intolerancia y el fanatismo.”
Pero Azaña, como bien señala Gabriel Jackson en la introducción, olvida, guarda silencio sobre un tema trascendental: las “purgas”estalinistas del 36 al 39 y su extensión a España.
Se publican por primera vez en España 47 años más tarde, en 1986, una vez pasados 11 años desde la muerte del dictador.
Claros, precisos, lúcidos, honestos. La prosa más sencilla y despojada de Azaña, sin meandros ni adornos. Estos son algunos de los temas que aborda:
Las tendencias “centrípetas” de España. Casi nadie daba su lealtad principal al Estado republicano y a su ejército regular: “A la mayoría de los vascos sólo les preocupaba defender sus propias posiciones”. Otro tanto a los catalanes.
Repasa y calibra la intervención extranjera en la guerra: Alemania e Italia por un lado; la URSS por el otro; la más que ambigua posición de Francia y Gran Bretaña, con su política de “no intervención”, que en absoluto impedía la intromisión alemana e italiana.
El esfuerzo titánico que requirió la constitución de un ejército regular republicano; los problemas con las milicias anarquistas y socialistas.
El odio y el miedo, “los dos impulsos ciegos que han desencadenado tantos horrores. Odio destilado lentamente, durante años, en el corazón de los desposeídos. Odio de los soberbios, poco dispuestos a soportar la “insolencia” de los humildes.”
Y el trasfondo “religioso”: “Odio de las ideologías contrapuestas, especie de odio teológico, con que pretende justificarse la intolerancia y el fanatismo.”
Pero Azaña, como bien señala Gabriel Jackson en la introducción, olvida, guarda silencio sobre un tema trascendental: las “purgas”estalinistas del 36 al 39 y su extensión a España.
Azaña es una figura extralordinaria en la historia de España. Poca gente ha habido más lúcida y dinámica que este hombre. He leído varias biografías sobre él, y algo también de su obra literaria. En casa de mis aitas había un librote sobre él, cuyo título no recuerdo, que se prestaba de vez en cuando a los amigos.
ResponderEliminarDesde luego es un hombre tan complejo como interesante. Me sorprende, entre otras muchas cosas, la variedad de su escritura y su versatilidad estilística.
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