viernes, 13 de febrero de 2009

El sol también existe

Después de semanas de tormentas, vientos huracanados, lluvias torrenciales, granizadas, nubes a ras de suelo, nieblas, brumas y grisuras variopintas; después de, para rematar, una crecida del río que ha inundado todo lo que ha caído bajo su ámbito; después de que el cielo ha intentado anegar a la población en un estado de ánimo lúgubre; después de todo eso, de lo que aún nos costará algún tiempo reponernos… ha salido el sol. El día ha amanecido muy frío pero ya desde primera hora de la mañana se atisbaban los rayos solares deslizándose entre los resquicios de los edificios y cayendo desperdigados sobre las aceras. El atravesarlos, el rozarlos brevemente, producía una sensación de bienestar y de alegría de vivir que uno creía olvidada. Poco a poco ha ascendido la temperatura, los haces cálidos y luminosos se han ido adueñando de las calles, las cabezas caminaban un poco más erguidas y altaneras de lo habitual, como flores en primavera. ¿Cuánto durará este capricho invernal?
Entretanto, para que se cumpla la ley del equilibrio universal, para que no creamos que esto es jauja, acaba de empezar la campaña electoral. Algún impertinente podrá alegar: ¿es que acaso no estamos todo el año de campaña electoral? Pues sí, señor mío, pero ¿acaso no es la lluvia y el cielo gris un fenómeno habitual en estos pagos? ¿Y acaso uno se acostumbra a semejante intemperie? De la misma forma que uno se alegra por unas horas de sol se agradecería también una larga, larguísima jornada de reflexión, de meditación incluso, de catatonia (política) si me apurais.