martes, 30 de marzo de 2010

Un día con Leopoldo María Panero

El poeta, en el centro, en uno de sus gestos característicos

Leopoldo María Panero se ha puesto de moda en España. Bueno, esto es un poco exagerado. Los poetas no se ponen de moda en España, salvo ése, que también canta. Un popular grupo de rock (o varios, no sé) ha sacado un disco con poemas de Leopoldo. Y un disco es un disco. Nada que ver con un libro polvoriento. Un disco se merece la debida promoción, porque la música rock es un asunto de la mayor importancia cultural y económica.

El documental es divertido, porque Leopoldo, en el fondo es un humorista. Ocurre que en este país el sentido del humor no abunda.Leopoldo se ríe de todo, aunque en realidad, casi nunca se ríe. Su risa se parece a la de un niño travieso. Como no se le entiende lo que habla (la dicción no es su fuerte y, además, ha perdido muchos dientes), el realizador ha tenido la genial idea de poner subtítulos a sus palabras. De esta forma se incrementa notablemente la diversión.

Esa costumbre que tiene de autocitarse es una de sus genialidades. En cualquier caso, la afición de Panero a las citas eruditas (en varios idiomas) es la marca de la casa.

Observo que sigue tan compulsivo como de costumbre. Fuma y bebe con el mismo entusiasmo de siempre, como si el mundo fuera a estallar en los próximos minutos. Mantiene también una costumbre muy graciosa, la de fingir que no ha oído la pregunta que le hacen para, al cabo de un rato, contestarla.

Cuando abandonan la terraza donde se ha rodado la entrevista, el grupo de va “de librerías”. A Leopoldo se le ve aburrido entre el papel impreso. En realidad, como es lo habitual en su gremio, sólo se fija en si tienen alguno de sus libros. “Bueno, al menos tienen uno”, dice más bien resignado.

Uno de sus acompañantes le invita a que se lleve algún libro y él dice que en esta librería no, en la otra librería. “A ver si tienen poesía de Bukowski”, dice.

La escena final es muy leopoldiana. Ya es de noche. El poeta traspasa la verja del psiquiátrico en el que vive desde hace años, hace como que se va y, de pronto, da media vuelta. Se acerca al micro y dice: “Sois vosotros los que estáis en una cárcel, ja ja. Yo soy libre.”

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