miércoles, 13 de abril de 2011

"Cómo funciona la mente", de Steven Pinker


Este es uno de los libros que recomienda Arcadi Espada en las listas que le gusta publicar en su blog. Se trata de un ensayo de casi 900 páginas de letra pequeña, publicado en 1997. Lo he leído a saltos. Decididamente, la psicología, al menos fuera de la literatura -y aún así- no me interesa demasiado.

Tenemos aquí uno de esos trabajos divulgativos sobre la ciencia humana en los que se habla de etología, constructivismo social, genética, inteligencia artificial, psicología cognitiva, selección natural, antropología y en esa línea. Todo ello se remonta a nuestros antepasados cazadores y recolectores que, al parecer, fueron los que nos han conformado.

El ejemplar que he manejado, obtenido en préstamo de la biblioteca, está bastante manoseado, lo que me induce a pensar que Steven Pinker es un autor con fuerte presencia en el mundo académico. Para mí era un desconocido.

Sobre la mente humana, aunque parezca increíble, ya dijo todo lo importante el budismo hace 5000 años. El cristianismo, por su parte, no me parece que se haya interesado mucho en este asunto decisivo. Ahora mismo tan sólo recuerdo al respecto una frase de Teresa de Avila a sus monjas en la que les advierte sobre los peligros de la imaginación. Imaginación y mente no se diferencian demasiado. Dijo la santa que “la imaginación es la loca de la casa” y que conviene tenerla sujeta y no dejarse llevar por sus cantos de sirena.

En mi lectura -tan nerviosa como recelosa-, he encontrado dos anécdotas muy divertidas. Se encuentran en el capítulo que se titula Valores de la familia, en el apartado en que Pinker se ocupa del sexo y de los sexos.

Una prostituta le pregunta a su amiga por qué los hombres atractivos tienen que pagar por tener relaciones sexuales con ella. “No te pagan por tenerlas”, le responde la amiga, “te pagan para que después te marches”.

Cuenta también sobre un dibujo de Dan Wasserman, que debe ser un humorista, en el que se ve a una pareja que sale de ver la película Una proposición indecente. El marido le pregunta a su esposa: ¿Te acostarías con Robert Redford por un millón de dólares? Ella contesta: Sí, pero tendría que darme un poco de tiempo para reunir el dinero.

En fin, no es mucho para semejante volumen, pero algo es algo.