Blog del escritor Juan Luis Seisdedos. --Aquí hay de todo. Si estás interesado deberías dirigirte al Índice. --Por arte de birlibirloque algunas fotos han desaparecido. Habría que preguntarle a Google. Yo lo he intentado, pero no contesta.
sábado, 8 de octubre de 2011
Cormoranes en otoño
El verano se ha despedido, espero que definitivamente, y el paseo matinal de hoy ha sido tan placentero como tranquilo. He seguido el camino que bordea el Bidasoa, frente a la isla de los Faisanes y hasta Punchas. El cielo estaba cubierto, a ratos se desprendían cuatro chispas de lluvia que apenas he notado gracias a la frondosa vegetación de la ribera, tan útil para protegerse del sol como de la lluvia.
La sorpresa ha sido la presencia de los cormoranes, que han reaparecido tras los calores estivales. La bajamar es el mejor momento para contemplarlos. Cómo he lamentado no llevar la cámara fotográfica. Pese a la ausencia de sol había tres ejemplares inmóviles y con las alas desplegadas en el arenal que bordea la famosa isla. Las aves negras han permanecido indiferentes al paso de media docena de piraguas. Tampoco se han alterado las grandes gaviotas que les acompañaban, en contraste con las pequeñas gaviotas reidoras que se mueven nerviosas como avioncitos de juguete teledirigidos.
Un poco más adelante, bajo el puente de Behobia, otro gran cormorán descansaba sobre un viejo pilar de piedra que emergía del agua. Ha salido huyendo cuando ha divisado la proximidad de las embarcaciones. Hasta un cisne, acompañado por un grupo de patos, buscaba alimento aguas arriba. Lleva una temporada por los alrededores este cisne, lo que no es habitual. Puede que pertenezca a una pequeña bandada de media docena que se dejó ver al final del verano.
Tenía esperanzas de ver más cormoranes en la isla de los neumáticos, que se encuentra más arriba, pero estaba vacía. Es uno de sus descansaderos favoritos. En este pequeño fragmento de arena y cantos rodados que la bajamar deja al descubierto dos veces al día se acumulan docenas de neumáticos. Para mí es inconcebible que se puedan arrojar neumáticos inservibles a un cauce fluvial pero se ve que alguna gente no opina lo mismo.
A la vuelta los cormoranes seguían secándose con la brisa fluvial, siempre inmóviles y contemplativos.
Junto a la isla
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Una vez, poco antes de venirnos al Maresme, lo vi en Rentería. Habían hecho dle río su feudo y ninguno de los patitos residentes se atrevía a a acércaseles. Fueron un espectáculo, que lamenté no haber visto antes y no sabes cómo me gustaría ver por aquí.
ResponderEliminarSaluditos catalanes...