martes, 11 de octubre de 2011

En la feria de Ormáiztegui


El domingo vamos a Ormáiztegui para ver animales. Se celebra una feria de ganado autóctono. Durante el trayecto nos acompaña una fina lluvia que se prolonga durante toda la mañana.

En el carril contrario de la autovía vemos un accidente de tráfico. El coche tiene las dos puertas abiertas. Dos bomberos se introducen para sacar a alguien que ha quedado atrapado. Veo a varios jóvenes conmocionados y un largo colapso de vehículos.

La feria tiene lugar en un prado junto al río. Los animales permanecen encerrados en pequeños e improvisados cercos compuestos por vallas amarillas. De inmediato nos dirigimos a las pottokas, esos pequeños, anchos y musculosos caballos de la montaña vasca. Las largas crines apenas permiten ver sus ojos. Hay una docilidad franciscana en estos animales que siempre parecen dispuestos a la caricia y a la proximidad aunque también suelen mostrarse tímidos y huidizos cuando viven en libertad.

La atracción de la feria es una gran cerda blanquinegra, de grandes orejas que le tapan los ojos, con cinco cochinillos recién nacidos que se disputan las ubres de su madre en una melé.

Los niños devoran unos talos con chistorra y beicon. Hay una larga cola para degustar la ternera que asan.

He disfrutado con la visita, pero cuando miro las fotos me doy cuenta de que no he captado el tema principal. El tema principal era la mirada de los animales, sus ojos. La melancolía que hay en muchos de ellos.










No hay comentarios:

Publicar un comentario