miércoles, 29 de febrero de 2012

La farsa de Marcel Duchamp S.A.

Marcel Duchamp era un señor que fumaba en pipa

La visita a la exposición antológica de Marcel Duchamp en Burgos me confirma que la obra de este artista francés no tiene para mí el más mínimo interés. Podría decir que la veo como una farsa, una broma, una burla o cualquier epíteto similar. Pero lo peor, sin la menor duda, es el aburrimiento.

Hay en ella una buena representación de los ready-made que le hicieron tan famoso. Además del consabido urinario podemos disfrutar también de un botellero metálico, una pala para la nieve, un peine para perros (del modelo antiguo, no uno de esos prácticos cepillos que se encuentran ahora en el mercado) o una funda de máquina de escribir a la que denomina escultura blanda. Hay también algunos juegos ópticos con papeles, algunas fotografías de un tal Man Ray e infinidad de bocetos para otras obras duchampianas. Lo más abundante quizá sean los papeles manuscritos llenos de tachones. La razón de ellos es bien simple y se basa en la peregrina idea de que todo lo que toca con sus manos un presunto genio es una genialidad. Esta idea entronca a la perfección con la definición de los ready-made, según la cual cualquier objeto cotidiano puede adquirir un valor artístico por el solo hecho de que un (supuesto) artista estampe su firma debajo o lo seleccione para una exposición.

El éxito de un señor como Duchamp sólo demuestra que el mundo está lleno de gentes crédulas e ingenuas a los que, en el mundo del arte, se unen o superponen los aprovechados, los caraduras, los sinvergüenzas y los que se enriquecen a su costa.

Me dan pena los ignorantes que, con toda su buena voluntad (y aprovechando que la entrada es gratuita) se acercan a ver semejante bodrio y no entienden nada. Las personas de edad se esfuerzan e intentan discutir con los más jóvenes. Estos, para hacerse los modernos, quieren descifrar y explicar cosas pero  poco hay que explicar. Me dan ganas de decirles: No se preocupe, señora. Tiene usted toda la razón. Marcel Duchamp no es más que un estafador. Salgo usted a tomar el aire que le irá mejor para su cuerpo y para su espíritu.

"He tenido una suerte estupenda –dijo el artista-. Nunca he pasado un día sin comer y tampoco he sido rico. Así que todo ha salido bien".

Y tanto. Duchamp murió hace 44 años. Durante este tiempo –y lo que queda- más de uno se ha hecho rico a su costa. A su costa y a la de todos los cándidos que seguimos corriendo detrás de un arte no ya decadente sino, más bien, inexistente.

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